Con referencia a las palabras del Papa sobre el aborto Publicamos el comentario de Michele Meschi, médico internista de hospital, colaborador de la revista Tempi di Fraternità, así como miembro ordinario del Centro de Estudios Bíblicos “Giovanni Vannucci” en Montefano (MC), que se publica en Adista el 10-10-2018, tomado del Facebook personal del autor.
Veamos, Santidad.
Tomo el tema con pinzas y espero que me entienda bien.
Creo que es usted el mejor papa desde Juan XXIII a esta parte, creo que ha hecho y hace mucho por el cambio de la Iglesia y la superación de posiciones infumables. Sus encíclicas y exhortaciones apostólicas son auténticas obras maestras espirituales.
No me gusta definirme, pero debería ser católico por praxis y por cultura. No querría serlo por seguidismo de una bandera, nunca.
Por razones humanas, más que por la adhesión a un credo, personalmente me opongo al aborto. Pero estoy hablando a título personal, frente a una elección que espero nunca me toque. Una opción frente a la cual, sin embargo, no sé cómo me comportaría realmente. Porque hay que estar dentro de los problemas.
Por el contrario, creo que la posibilidad de abortar con atención médica, de acuerdo con los criterios, el momento y las reglas precisas, es un derecho inalienable de todos. Mejor: de todas, no olvidemos esta sutil declinación.
También creo que la prevención fundamental (ni siquiera en este caso, la prohibición de los tribunales) del aborto es necesaria por razones no clínicas, relevantes para la madre o el concebido.
Dadas estas premisas, Santidad, debo decirle que las palabras utilizadas por usted, y me refiero a “terapéutico” y “asesino” en una misma frase, no son dignas de un Papa. Porque no son dignas de un hombre, y son terriblemente hirientes para con los médicos, enfermeras, obstetras. Y con las mujeres, una vez más.
Y especialmente no tendría que haberlas pronunciado en estos tiempos, porque ya escucho a los violentos inquisidores que levantan la cabeza y que vendrán a decirme que las enseñanzas del papa o se toman en su totalidad o no se pueden tomar.
El gesto que hiciste con motivo del jubileo de la misericordia, para alejar del juicio de los obispos en un tema tan delicado y dejando todo al encuentro entre quienes ofrecen y reciben el misterio del dolor y el perdón, iba en una dirección completamente diferente.
Si hoy en día muchos cristianos se sienten orgullosos de distanciarse de la confesión católica tradicional, rechazando dar ningún paso adelante o atrás en su posición personal, tienen toda la razón.
Y yo estoy con ellos. Como católico precisamente: porque, gracias a Dios, el Concilio nos recuerda que solo hay una voz por encima de cual no hay nada, ni el magisterio de Su Santidad: la de conciencia.
Y hoy la mía está en otra parte.