Una lacra moral que carcome la Iglesia

Nos acercamos a esta Navidad con la pesadilla de la Covid rediviva y con la de los abusos sexuales en la Iglesia de España que un informe de El País ha pueste sobre el tapete. Invitamos a releer la presentación con la que hace dos años presentábamos nuestro número 279, que convendría releer. IV.

Presentación del nº 279 por Carlos García de Andoin – Joaquín Perea González. Del Consejo de Dirección de Iglesia Viva. Coordinadores del número. Bilbao

Este número de Iglesia Viva aborda una realidad de la máxima gravedad: los abusos sexuales en la Iglesia.

Los tres estudios, un signo de los tiempos y el análisis socioreligioso están dedicados a los abusos sexuales a menores; la conversación y otro signo de los tiempos están dedicados a los abusos sexuales a las monjas. Por lo que respecta a los abusos sexuales a menores, España no es una excepción a un escándalo que ha afectado a la Iglesia católica en todo el orbe. Algunas víctimas y sus familiares han dado con valentía un paso al frente. A ellas nuestra primera palabra de solidaridad, respeto y agradecimiento.
También el papa Francisco ha sabido anteponer evangélicamente la palabra de las víctimas frente a la de sus victimarios. Está empeñado, con verdad, en liderar al episcopado para sacudirse de silencios y encubrimientos, para actuar con determinación en la protección de los menores y para erradicar esta lacra moral que carcome la misma naturaleza sacramental de la Iglesia.
La magnitud de la crisis de la Iglesia por la pederastia clerical, su negación, trivializacion y encubrimiento exige no sólo dedicar un número a la cuestión sino un pronunciamiento del Consejo de Dirección. Es el primer documento que el lector encontrará en la revista: la Declaración del Consejo Ante los abusos sexuales a menores en la Iglesia Católica. En esta se subraya la singular gravedad de la pederastia en una organización que se presenta como referente moral, por lo que se espera de ella una conducta ejemplar; como institución educativa a la que las familias confían la formación de sus hijos; como institución religiosa, por la que los abusadores están revestidos de una autoridad sagrada que además de proporcionarles impunidad, provoca una quiebra radical de algo más profundo: la confianza espiritual. La experiencia de Dios, que debiera ser sanadora y liberadora, queda unida a la violación de la dignidad de la víctima.
El número, como es habitual, se despliega en tres estudios, con tres perspectivas complementarias. El primer Estudio, de la doctora Gemma Varona, profesora de la Universidad del País Vasco y presidenta de la Sociedad Vasca de Victimología, realiza una aproximación victimológica a los abusos sexuales en la Iglesia en el caso español, describiendo el estado de la cuestión y sosteniendo la invisibilización de la realidad, bien por su ocultación o, porque siendo evidente, la Iglesia no quiere hacerse cargo la misma. Esta jurista– del Instituto Vasco de Criminología trabaja en una investigación que tiene como finalidad aportar conocimiento, entre otros, sobre los factores de riesgo presentes en parroquias, seminarios, escuelas y otras organizaciones vinculadas a la Iglesia católica en España y sobre las necesidades que puedan tener las víctimas respecto de la respuesta institucional de la Iglesia, de la justicia penal y/o de otras instituciones sociales o estatales, desde la perspectiva de una justicia restaurativa. El título: Abusos sexuales en la Iglesia: La quimera del silencio de las víctimas.
El segundo Estudio, de Ottmar John, teólogo laico, ex Director de la Comisión de Pastoral del Secretariado de la Conferencia Episcopal Alemana, nos ofrece un profundo análisis teológico de la mentalidad subyacente a la falta de reacción de la Iglesia ante los abusos sexuales. Esclarecer el abuso. La perspectiva evangélica de las víctimas ha sido subordinada a una concepción equívoca de la sacramentalidad de la Iglesia, de cuño gnóstico, una idea de santidad que se eleva sobre las condiciones históricas de la misma Iglesia. Es una reflexión atinada que parte de la experiencia de la Iglesia alemana. Las repetidas señales de alarma la llevaron en 2010 a designar en todas las diócesis personas de contacto “externas internas” para las víctimas de abuso; a aprobar un documento para la prevención integral en todos los niveles de la Iglesia; y finalmente a encargar un examen criminológico, psiquiátrico y sociológico, para determinar el alcance de los casos de abusos desde 1946, cuyos resultados fueron publicados el pasado año: 3.677 casos de abusos sexuales cometidos por 1.670 sacerdotes y religiosos en el periodo 1946-2014.
El tercer Estudio de Daniela Milani, profesora asociada de Derecho Eclesiástico y Canónico de la Universidad de Milán, hace un repaso y balance de las reformas canónicas adoptadas para hacer frente a los abusos sexuales a menores. Inicialmente se dirigieron al castigo del que abusa, pero después tuvieron que hacer frente a la negligencia de la jerarquía. En el contexto de la Carta al Pueblo de Dios de Francisco y la cumbre de obispos de febrero de 2019, desgrana los elementos más importantes de las reformas de Francisco. En Come una madre amorevole se establece que las negligencias cometidas frente a los casos de abuso sexual deben considerarse ‘causas graves’ y que, como tales, legitiman la remoción del obispo o de los superiores mayores. En Vos estis lux mundi de 7 de mayo de 2019 se establece la obligación para clérigos y miembros de vida consagrada de denunciar cualquier noticia o sospecha fundada de abuso. La autora es consciente de que la crisis de los abusos no tiene solución solo con medidas canónicas.
En el apartado Conversación con, ofrecemos la traducción de la entrevista en profundidad que la doctora en ciencias políticas y periodista Christiane Florin realizó a la ex-monja Doris Wagner el pasado mes de enero para la radio alemana. Doris Wagner fue violada repetidamente por un sacerdote de su misma congregación; Florin invita a Wagner a analizar a fondo los aspectos sistémicos del abuso a las monjas.
Este número activa la sección Análisis socio-religioso, esta vez de la mano de Pedro Ontoso, ex sub-director del periódico El Correo y especialista en información religiosa, que elabora con rigor el relato informativo sobre la emergencia pública de la pederastia en el mundo y en España, el decisivo papel de los medios de comunicación, las diferentes reacciones y actitudes y la tenaz lucha del papa Francisco para hacerle frente.
Inicia los Signos de los tiempos Juan Cuatrecasas, presidente de la Asociación Infancia Robada, una de las dos asociaciones en defensa de los menores abusados surgidas recientemente en España (la otra es la Asociación Betania). Cuatrecasas plantea que la sociedad y la Iglesia tienen una asignatura pendiente con las víctimas de la pederastia. Pide que se investiguen todos los casos, al menos hasta los perpetrados en los años sesenta, y la necesidad de una Ley Integral de Protección a la Infancia y la Adolescencia.
El segundo Signo de los tiempos lo escribe la directora de la revista, Teresa Forcades ,y está dedicado a los abusos sexuales a las monjas. El 10 de febrero de este año, el Papa Francisco admitió por primera vez la gravedad y la extensión de los abusos sexuales a las monjas por parte de sacerdotes y obispos.
También en esta sección el artículo del estimado colaborador de la revista José Ignacio González Faus sobre la Oposición a Francisco.
Y en la reseña de Cine, nuestro colaborador habitual José María Monzón se ocupa de la película El ReverendoE (2017) que se adentra en la crisis humana y de fe de un pastor de la Iglesia reformada que empuja a su hijo a alistarse en la guerra de Irak, por devoción patriótica, enfrentándose a su mujer. Muere el hijo y él entra en una profunda crisis que empieza a dejar reflejada en un diario que recuerda el del cura rural de la novela de Georges Bernanos.

En Página abierta, el gran teólogo Karl Rahner reflexiona sobre la Iglesia de los pecadores, sobre la medida en que este pecado también lo es de la Iglesia misma. La santidad de la Iglesia convive con una Iglesia que es pecadora. Sostiene que “esto es una verdad de fe y no un hecho primitivo de experiencia. Y es, además, una aterradora verdad”.
En esta misma sección Antonio Duato resalta una conversación publicada en 2011 entre Teresa Forcades y un jesuita, Klaus Mertes, que fue rector de un importante colegio en Berlín y adoptó unas decisiones de búsqueda de la verdad y escucha de las víctimas que escandalizaron a muchos pero que fueron un ejemplo para el futuro.

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