Defensa de la Iglesia

Carlos Fernández Barberá es un sacerdote de la diócesis de Madrid, lector de Iglesia Viva desde hace años. Fue fundador de la revista Alandar para comunidades cristianas y colabora en Atrio. Hoy envía para este blog esta reflexión sobre la Iglesia, evocando de De Lubac, que encaja con las últimas entradas. Queremos que este blog de iviva sea espacio de debate teológico.

Probablemente muchos conozcan la historia de Henri de Lubac. Jesuita, profesor de teoólogía, en 1946 publica un libro gestado en los años de la guerra. Su título es Surnaturel. A partir de ahí comienzan las sospechas, las críticas, el ostracismo y finalmente su retirada de la enseñanza en 1950. Tres años más tarde publica una nueva obra cuyo contenido, dadas las circunstancias, sorprende a todos: Méditation sur l´Eglise.

He recordado esta historia porque, aunque a lo largo de mi vida he escrito numerosos artículos muy críticos con la jerarquía y con la Iglesia (sobre todo la española), me dispongo a escribir estas líneas en defensa de la Iglesia. Naturalmente no me comparo en absoluto con De Lubac. Mi teología es bien modesta y a mí nadie me ha perseguido. Es otra –y creo que puede entenderse– la concordancia.

Mi punto de arranque ha sido la constatación de que en esa especie de desguace de la teología y la religión que circula entre nosotros se pierde, a mi modo de ver, la conexión con lo absoluto, de modo que todo finalmente se ha convertido en relativo. El cristianismo es una más entre todas las religiones, Jesús es sólo un enviado de Dios con un mensaje de amor entre los hombres, este mensaje es común a todos los maestros espirituales, en realidad apenas conocemos sus palabras originales, la Iglesia es una fundación de los discípulos, que a la vez escribieron la Biblia que es, por tanto, un libro humano, la Iglesia responde a los mismos mecanismos de cualquier organización humana, en gran medida es un enorme aparato de poder… la lista podría alargarse.

Claro está que cada una de esas afirmaciones tiene su parte de razón. Sin embargo se puede, a mi entender, oponerles dos objeciones fundamentales.

La primera dice: de un plumazo se ha cortado con una tradición de dos mil años que hizo siempre el esfuerzo de explicar dialécticamente dos afirmaciones contradictorias: a Dios nadie le ha visto nunca pero quien ve a Jesús ve al Padre, Jesús es a la vez hombre y Dios, la Biblia es palabra humana y palaba divina, la Iglesia es una organización humana y a la vez es el lugar de la realización del Reino…

La segunda objeción me parece igualmente decisiva. Si, como humano que es, todo en el cristianismo acaba siendo relativo, se ha perdido ese anclaje en lo absoluto que impide perderse en el relativismo. Esto da lugar a ese clima que nos rodea en que cada uno cree y dice lo que quiere y al modo que quiere, a su real gana. Si, como subrayaba Panikkar las verdades absolutas impedían el diálogo entre religiones, las verdades relativizadas impiden todo diálogo. Cada uno sostiene lo que quiere y ni siquiera ha de demostrarlo porque, a falta de un enganche superior, no hay demostración posible. Eso sí, todos somos tolerantes pero en definitiva porque no podemos ser otra cosa.

Vaya por delante que lo que sigue no es invención mía sino que se basa en los grandes teólogos del siglo pasado, Rahner en primer lugar.

Comencemos, pues. Jesús de Nazaret no es un profeta, un enviado de Dios con un mensaje de su parte. Es la presencia irrepetible, definitiva del designio de Dios: que toda la humanidad y cada hombre y mujer están llamados a participar de la vida divina y esto no sólo al final de los tiempos sino desde ahora mismo. El reino de Dios está en medio de nosotros. En El habita la plenitud de la divinidad y por eso quien lo ha visto ha visto al Padre.

Esta presencia, sin embargo, no es algo puramente espiritual sino un acontecimiento histórico y por eso está sometida a lo relativo de la historia. San Pablo lo expresó bien en su carta a los filipenses: Jesús renunció a su condición divina, tomó la forma de siervo y pasó por uno de tantos. Sin embargo, aunque sometido a la historia, “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que podamos salvarnos” (Act 4,2)

Desaparecido Jesús, “Dios funda la Iglesia”. Así de tajante se expresa Karl Rahner. “La Iglesia procede de una voluntad de Dios, voluntad que es absoluta, anterior a toda acción libre del hombre”. El teólogo alemán no hace sino recoger una tradición de siglos, el convencimiento de los grandes pensadores cristianos, que De Lubac recoge en su libro: “la Iglesia a sido creada por el Espíritu santo”.

La Iglesia es, pues, la presencia, el signo visible, afincado entre nosotros, de la voluntad salvadora de Dios introducida en la historia por Cristo. Es, pues, como lo formuló Semmelroth, el sacramento original.

De nuevo hay que recalcar que esa estructura sacramental une lo relativo del signo con lo absoluto de lo significado. Quien se fija únicamente en lo primero, en lo relativo de la institución, en lo criticable a veces, a veces contradictorio, perderá la dimensión de la promesa y la realidad presentes definitivamente. A muchos los árboles de la historia eclesiástica no les dejan ver el bosque luminoso de la salvación que está ya aquí y ahora.

Quiero terminar –un artículo no da para mucho– con una cita de Graham Green que resume, un tanto literariamente, lo dicho hasta aquí. Aparece en El poder y la gloria y se pone en boca del sacerdote protagonista dirigiéndose al teniente que va a fusilarle de madrugada: “No sirve de nada que usted labore para su plan si usted mismo no es una buena persona. Y no siempre habrá buenas personas en su partido. Entonces volverán el hambre y los malos tratos, aumentados quizá. En cambio no importa gran cosa que yo sea un cobarde y todo lo demás. A pesar de ello puedo depositar a Dios en la boca del hombre y puedo darle elperdón de Dios. Y esto sucedería aunque todos los curas de la Iglesia fuesen como yo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3 thoughts on “Defensa de la Iglesia

  1. George R Porta 6:37 am 17 Ago,2017

     
    Leo:
     
    1.    «… Si, como humano que es, todo en el cristianismo acaba siendo relativo, se ha perdido ese anclaje en lo absoluto que impide perderse en el relativismo. Esto da lugar a ese clima que nos rodea en que cada uno cree y dice lo que quiere y al modo que quiere, a su real gana».
     
    No sé cómo llega a la conclusión el autor que alguna vez las cosas hayan sido absolutas. ¿Cómo hubiera podido haber cambio o progreso si lo primera que haya habido hubiese sido absoluto, incontestable, inamovible? No todo ha sido siempre relativo. Por eso hubo cambios en los poderes, por eso la Iglesia cristiana pudo montarse en el carro del Imperio, porque relativizó todo lo que la sangre de los mártires y la experiencia de la persecución le había enseñado y decidió que había sonado la hora del «coup d’état». Eso sí, el magisterio decidió absolutizar todo excepto la moralidad interior y el ejercicio del poder.
     
    2.    «Si, como subrayaba Panikkar las verdades absolutas impedían el diálogo entre religiones, las verdades relativizadas impiden todo diálogo.»
     
    De nuevo en error: Solo lo que puede ser diferente facilita y requiere, promueve el diálogo. Las piedras solo promueven el silencio. Quien ha visitado un desierto lo sabe. Una condición es requerida y Pablo VI la enunció en su volumen sobre el diálogo: Hay que escuchar activamente, realmente tratando de comprender la otra parte desde donde ella se encuentra y esa ya es una experiencia de relativización inicial, aceptar provisionalmente que el otro pueda tener razón. Ignacio lo hizo a su manera en la anotación n. 22 de los EE.
     
    3.    «Cada uno sostiene lo que quiere y ni siquiera ha de demostrarlo porque, a falta de un enganche superior, no hay demostración posible. Eso sí, todos somos tolerantes, pero en definitiva porque no podemos ser otra cosa.»
     
    ¿No es ese el caso de todo a priori metafísico? No habiendo prueba de la existencia de Dios excepto las metafísicas, ¿no son estas aceptadas porque quien las acepta las desea creer ciertas? Más aún si de divulgarlas, inculcarlas y acreditarlas como necesarias para salvarse se gana uno la vida.
     

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  2. Luís Troyano Cobo 12:34 pm 10 Jul,2017

    “Cada uno sostiene lo que quiere y ni siquiera ha de demostrarlo porque, a falta de un enganche superior, no hay demostración posible.”

    Recordando lo leído ayer. Me percato de que algo se me quedó en el tintero.

    Me pone suspicaz, lo escrito por el articulista. ¿Que quiere decir, con eso del “enganche superior”?.

    ¿Acaso se referirá a algo como la “santa” Inquisición….?

    La iglesia tenia la “verdad”. Era “el enganche superior”. Y “fuera de la Iglesia no había salvación…”

    Para muchos quizá, yo ya debería estar quemado. Como asesinaron y quemaron a los disidentes a la ortodoxia. Esa que habéis heredado vosotros. Y que es una estúpida herejía, y a la vez. Secularmente vendida al poder de los poderosos.

    (Aclaro que es una herejía. Desde mi punto de vista. Fundamentalmente porque al alegórico Jesús. Lo pretendéis hacer, figura histórica. Hay que ser crédulo….)

    El mal que ha hecho, la herejía literalista. Es inmenso. La mayor falacia de la historia humana. La que ha hecho que los tigres, entren el el redil de las ovejas.

    Gracias a Dios. que hoy se puede decir esto libremente.

    (Hermano cristiano. Ni tu eres mas que yo. Ni yo mas que tu. No te ataco a ti. Es mas, en mi juventud fui cristiano. Pero como amante de la verdad, combato la falsedad. “Odia el delito, y compadece al delincuente”.)

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  3. Luís Troyano Cobo 11:19 pm 9 Jul,2017

    Hasta ayer. Se araba la tierra explotando a un animal, y el hombre detrás sudando.

    Hoy se ara la tierra con potentes tractores y hasta con aire acondicionado.

    El Absoluto nunca se pierde. Se pierde vertiginosamente una forma de contemplar este Absoluto. Y comenzamos a ver la Verdad Primordial. De un modo mas depurado.

    Si dejamos de contemplar la realidad, desde los parámetros cristianos. Eso no significa que caigamos de hoz y coz en el materialismo ateo. El paradigma materialista, también lo hemos trascendido, con la física cuántica.

    Clamar por el Absoluto, visto desde el cristianismo. Es clamar por el arado romano.

    Sanchez Drago (alguien muy perdido, que no es santo de mi devoción). En uno de sus libros que leí. Se refiere a la iglesia, como  “un cadáver enorme, que nadie sabe que hacer con el”. En esto al menos. Estoy de acuerdo con el.

    Los cristianos son seres que como todo humano, les alienta la vida. Como todo humano son dioses, y no en potencia. lo son de por si, por haber nacido. Mi respeto pues para todo cristiano.

    Estáis. “Apabullados” frente a un mundo que os deja irremisiblemente atrás. Recibís las criticas y no tenéis la fuerza de replica. Porque no hay replica convincente que oponer. Si lo hacéis quedáis en ridículo. No os queda mas que reafirmaros en lo que tenéis interiorizado, quizá desde la infancia. Y eso, es conservador… Es no estar atento a “los signos de los tiempos”.

    El teólogo J. M. Castillo. dice. “Urge renovar la teología”. Perfecto. ¿Por donde empezamos?

    Obviamente. la piedra angular del cristianismo es Jesús.

    Solo diré una vez mas que podéis dejar atrás a Jesús. Me he cansado ya de repetir que es el ultimo dios solar. Que vale seguir a un Jesús alegórico al modo de los primeros cristianos, los gnósticos…

    Cuando comencéis a hablar y escribir del Cristo Kosmico al modo de Teilhand de Chardin. Empezareis a sintonizar con la realidad de nuestro tiempo. Mientras tanto seguiréis con el “arado romano”.

    Investigad si queréis el porque la Tierra ha aumentado su vibración de 7.8 hz a 30 hz.

    Nada puede ser ya igual. Y menos inmutable.

     

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