Andrea Tornielli presenta el Comunicado de la Santa Sede con motivo de la investigación sobre el cardenal McCarrick, en Vatican Insider, el blog religioso de La Stampa, tal vez el sitio laico y en español más defensor de Francisco. Es respuesta oficial a todo el dossier Viganò. IV.
El Papa Francisco ha dispuesto un examen profundo sobre el caso McCarrick, para aclarar los hechos y llegar a la verdad. Y se seguirá la verdad lleve donde lleve. Es lo que afirma el comunicado de la Santa Sede publicado a 40 días de la divulgación del “dossier” del ex nuncio Carlo Maria Viganò, que el pasado 26 de agosto acusó a Francisco de haber encubierto al purpurado estadounidense y pidió su renuncia. Bergoglio, el pasado 28 de julio le quitó el birrete cardenalicio al arzobispo estadounidense y le impuso una vida recluido.
El Vaticano, explica la nota, es consciente de que pueden haber sido cometidos errores en el pasado por parte de la jerarquía. De hecho, Theodore McCarrick, molestador de seminaristas y jóvenes sacerdotes, fue nombrado obispo de Metuchen (1981) y después arzobispo de Newark (1986), de Washington (2000) y creado cardenal.
Francisco, «consciente y preocupado» por el extravío que la «publicación de las acusaciones sobre la conducta» de McCarrick «está provocando en la conciencia de los fieles», dispuso que se haga un examen de toda la documentación sobre el caso. Y existe el compromiso para que nunca vuelva a aplicarse un trato diferente para los obispos que han cometido abusos o que los han encubierto.
La nota, publicada hoy después del medio día por la Sala de Prensa vaticana, recuerda el caso: «En septiembre de 2017, la arquidiócesis de Nueva York señaló a la Santa Sede que un hombre acusaba al entonces cardenal McCarrick de haber abusado de él en los años setenta. El Santo Padre dispuso al respecto una investigación previa profunda, que llevó a cabo la Arquidiócesis de Nueva York y, al final de la misma, la relativa documentación fue transmitida a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Mientras tanto —informa el comunicado—, puesto que durante la investigación surgieron graves indicios, el Santo Padre aceptó la renuncia del arzobispo de McCarrick del colegio cardenalicio, ordenándole la prohibición del ejercicio del ministerio público y la obligación de conducir una vida de oración y penitencia».
La Santa Sede garantiza que no dejará, al debido tiempo, de publicar «las conclusiones sobre el caso que involucra al arzobispo McCarrick». También en referencia con «otras acusaciones en contra del eclesiástico», el Papa Francisco «ha dispuesto integrar las informaciones reunidas mediante la investigación previa con un nuevo y pormenorizado estudio de la documentación presente en los Archivos de los Dicasterios y Oficinas de la Santa Sede sobre el entonces cardenal McCarrick, con el objetivo de aclarar todos los hechos relevantes, estudiándolos en su contexto histórico y evaluándolos con objetividad».
El Vaticano se dice «consciente de que del examen de los hechos y de las circunstancias podrían surgir decisiones que no serían coherentes con el enfoque actual a tales cuestiones». De cualquier manera, subraya, citando las palabras del Papa Francisco (Filadelfia, septiembre de 2015): «Seguiremos el camino de la verdad, lleve a donde lleve». «Tanto los abusos como su encubrimiento —indica la nota— ya no pueden ser tolerados y un trato diferente para los obispos que los han cometido o los han encubierto representa, de hecho, una forma de clericalismo nunca más aceptable».
El comunicado concluye insistiendo en la urgente «invitación» del Papa «a unir las fuerzas para combatir la grave plaga de los abusos dentro y fuera de la Iglesia y para prevenir que tales crímenes sean nuevamente perpetrados en contra de los más inocentes y más vulnerables de la sociedad». Se recuerda, además, que el Pontífice convocó a una reunión con todos los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo para el próximo mes de febrero, «mientras resuenan aún las palabras de la reciente Carta al Pueblo de Dios: “La única manera que tenemos para responder a este mal que ha cobrado tantas vidas es vivirlo como una tarea que nos involucra a todos como Pueblo de Dios. Esta consciencia de sentirnos parte de un pueblo y de una historia común nos permitirá reconocer nuestros pecados y los errores del pasado con una apertura penitencial capaz de dejarnos renovar desde dentro”».
La primera aclaración de la Santa Sede llega después de cuarenta días de la publicación, el 26 de agosto pasado, del “comunicado” de Carlo Maria Viganò. La nota no se refiere nunca al ex nuncio que redactó la clamorosa acusación en colaboración con el periodista Marco Tosatti, llegando a pedir la renuncia del Papa el mismo día en el que Francisco se encontraba celebrando la misa conclusiva del Encuentro Mundial de las Familias en Dublín. Y no menciona tampoco los casos que llevaron al nombramiento de McCarrick en la diócesis de Washington o después al cardenalato. Se espera el resultado del análisis de todos los documentos del archivo.
Benedicto XVI trató de inducir al purpurado estadounidense molestador para que llevara una vida reservada y para que no viajara, pero nunca llegó a sancionarlo formal y públicamente. McCarrick nunca siguió las instrucciones recibidas y siguió viajando por el mundo y desempeñando su papel público durante todo el Pontificado del Papa Ratzinger, y siguió haciéndolo en los últimos cinco años. Francisco ha sido el primer Pontífice que lo ha castigado severamente cuando surgió una nueva denuncia sobre un abuso de un menor hace casi medio siglo. La decisión de quitarle el birrete rojo, de hecho, no se verificaba en la Iglesia desde hace 91 años.
El 26 de agosto por la tarde, volviendo de Dublín a Roma, el Papa respondió a las preguntas de los periodistas a bordo del vuelo de regreso. Una fue precisamente sobre el documento de Viganò e invitó a los periodistas a que leyeran, estudiaran el “comunicado” y sacaran sus conclusiones con base en su profesionalidad. En las últimas semanas han surgido diferentes pruebas documentales (videos, fotografías, informes) que han puesto en discusión los recuerdos de Viganò, han evidenciado sus omisiones y la instrumentalización de una versión cuyo único objetivo era obligar a Francisco a que renunciara.
Una versión que presentó al Papa Wojtyla como un enfermo incapaz de tomar decisiones en el año 2000, cuando eligió a McCarrick para la diócesis de Washington. Todo el mundo sabe, por el contrario, cuáles eran los actores que intervenían en ese momento en los nombramientos importantes, y el papel del llamado “apartamento”: término con el que se aludía al reducido grupo de colaboradores de Juan Pablo II.
Es de notar que en el comunicado vaticano se asegure que no habrá tratos especiales para los obispos abusadores o encubridores. Ese trato especial, fruto del clericalismo y que ya no será aceptable, fue el que tuvo McCarrick cuando fue nombrado como arzobispo de Washington, sin importar (por razones todavía desconocidas) las denuncias que se habían hecho en su contra.