¿Construir o descubrir? ¿Derechos o deseos?

Pedro Zabala nos envía un resumen de lo que le sugirió la asistencia a un Foro, sobre laicidad y pluralidad, en Logroño, el pasado fin de semana. En el Foro tuvo la primera ponencia nuestro presidente Carlos García Andoin. El tema de fe y laicidad es un tema clave para Iglesia Viva. IV.  

Acaba de terminar el XXIII Foro de la asociación Ágora Debates desde la Fe, de Logroño, con el tema genérico LAICIDAD EN UNA SOCIEDAD PLURAL.

Un fin de semana intenso en el que se ha abordado el tema desde distintos puntos de vista. Como de costumbre, rumio lo que oigo y luego intento volcar por escrito el resultado de esas reflexiones. Es mía la responsabilidad de lo que formulo, aunque parta de ideas vertidas en las ponencias y en los coloquios, asintiendo o discrepando de ellas.

Parece que se ha superado en amplios sectores de esta sociedad plural la pretensión de derivar de la naturaleza humana -¿inmutable en el tiempo y en el espacio?- las reglas éticas de comportamiento. Para superar esa rigidez, se habló de un Derecho Natural de contenido variable. Además, proclamar que se encuentran en la naturaleza reglas y valores que previamente se han introducido en ella para definirla ¿no es pura falacia?. El ser humano es tanto biología como cultura, y la evolución histórica afecta a su conducta y a los criterios para encauzarla.

Pero, ¿no existe también una falacia sociológica que intenta deducir reglas y valores de lo que se da mayoritariamente?. De lo “normal” se deducen las normas. Lo normal es lo bueno. Mas hay una pregunta clave, ¿quién o quiénes definen lo que es normal?. Lo anormal, lo minoritario, lo diferente ¿es, por ese solo hecho, malo, criticable e incluso sancionable?.

La ética ¿nos viene desde arriba, desde una divinidad que nos marca la línea divisoria entre el bien y el mal?. ¿O nos la imponen los poderosos, para salvaguardar sus intereses?. ¿No tienen hoy medios convincentes, más influyentes que nunca, para inculcárnosla?.

Se defiende que hemos de construirla democráticamente por convención esa regla divisoria y los valores consiguientes. Dos preguntas me asaltan ¿Se dan las condiciones de igualdad básica entre los pactantes para poder asegurar que la regla ética resultante sea equitativa para todos o para la mayoría, con respeto a las minorías?.

La segunda pregunta tiene, para mí, más calado ¿la ética se inventa o se descubre?. Dicho de otra manera: ¿surge de la pura voluntad, de la imaginación sin límites de quienes la pactan?. ¿O tiene algún fundamento en la realidad, aun admitiendo que es cambiante?.

Hace bastante años, aprendí que para los humanos la noción del bien es posterior a la experiencia de haber sufrido el mal. Cuando se ha experimentado esa vivencia dolorosa e injusta o nos com-padecemos de quienes la viven en sus carnes, es cuando surge la protesta y la reclamación de un orden justo. ¿No es el clamor de las víctimas, el rostro dolorido del otro, como decía Levinas, quien nos marca la ruta de una ética humana?.

Claro que el ser víctimas no da patente de justicia. Hemos visto que su dolor pasado no les impide convertirse en verdugos. El caso de israelitas, supervivientes de la Shoa o descendientes de los mismos, y su conducta con los palestinos es dramáticamente revelador.

Para quienes vemos en la Biblia un mensaje inspirador, aquella pregunta del Génesis, ¿dónde está tu hermano?, formulada a Caín, después del asesinato de Abel, resuena a través de los siglos a toda la humanidad. Las viudas, huérfanos, extranjeros, en lenguaje bíblico, o en el de hoy -mujeres explotadas, menores desamparados, sin papeles- señalan actualmente una exigencia frontal a la hora de definir una ética universal.

La exigencia de distinción entre derechos y deseos nos lleva a preguntar qué son derechos. ¿Sólo los consagrados en ordenamientos jurídicos estatales o internacionales?. La jurisprudencia sentada en el juicio de Nuremberg, condenando a políticos, jueces, funcionarios que habían cumplido las leyes criminales del nazismo en función de unos Derechos superiores al ordenamiento jurídico positivo nos señalan una exigencia insoslayable.

En ese clima se redactó y proclamó la Declaración Universal de Los Derechos Humanos de 10 de Diciembre de 1948. Su Preámbulo empieza con este Considerando: “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.

Por eso, aunque los Derechos Fundamentales nacieron en Occidente, tienen una validez, a mi juicio, universal. ¿Que hay países donde no se reconocen?. Cierto. Más aún, no hay ninguno en que se cumplan íntegramente. Pero en el corazón de todas las víctimas y de todas las personas de buena voluntad está la exigencia de llevarlos a su realización.

No hay revuelta popular,  en ningún  país del planeta, desde su promulgación que no los invoque. Dan aliento y esperanza a millones de personas. Esto se extiende no sólo a los Derechos y Deberes promulgados, sino a los que se ven ya como absolutamente indispensables para atender a las necesidades básicas de una vida libre y digna. A la comida, al agua potable,  a no verse condenados a la emigración, a la no contaminación del suelo, del agua y del aire, a una Casa Común donde la vida de todas las especies puede desarrollarse…

Es que como decía Albert Camus: no puede haber una persona libre, mientras haya un sólo esclavo en la tierra.

2 thoughts on “¿Construir o descubrir? ¿Derechos o deseos?

  1. ELOY 3:59 pm 21 Nov,2018

    Apela y cita Gonzalo Haya a la conciencia y  estoy de acuerdo en su apreciación. cuando dice:

    ” (…) valores como el amor, la justicia, la solidaridad… tienen una realidad que ha sido percibida universalmente y durante siglos por la conciencia (…)

    Aunque es verdad que “la toma de conciencia”, la percepción más o menos clara de lo éticamente correcto o incorrecto , es fruto de un proceso de maduración que puede estar influido por diversos factores.

    Creo que el planteamiento ético no es esencialmente una dicotomía entre derechos y deseos.

    Porque hay algo previo a todo derecho, que es precisamente el fundamento ético de la norma, bien sea la norma “positiva” traducida en leyes, la norma de mera convivencia traducida en costumbres,  o la norma “de conciencia” traducida en actuar el bien y evitar el mal según la determinación de esa conciencia.

    El tema desde luego tiene muchos matices y consideraciones.

    Aprovecho parar agradecer el sistema de participación más agil que se ha impuesto en IVIVA, similar o igual al que hay en ATRIO.

    Aprovecho también para solicitar a los autores de los diversos artículos que, de cuando en vez al menos, acudan a este foro a comentar artículos propios o de otros compañeros o a matizar algo que no quedo claro en algún artíclo principal.

    Ello, creo,  daría más juego a los comentarios.

    Gracias a todos.

     

     

    Contestar
  2. Gonzalo Haya Prats 12:36 pm 20 Nov,2018

     
    “¿La ética se inventa o se descubre?. ¿Tiene algún fundamento en la realidad, aun admitiendo que es cambiante?”.
     
    Hariri defiende en “Sapiens” que conceptos como ley, dinero, patria, religión, dioses, … son mitos inventados por los hombres -sin ninguna existencia real- para lograr la cohesión de grandes grupos humanos frente a otros grupos más fuertes. Con una síntesis plástica -de medias verdades pero de gran poder persuasivo- compara el código Hammurabi y la Declaración Universal de Derechos Humanos. El código de Hammurabi se desarrolla sobre la base ética de la desigualdad entre clase superior, siervos y exclavos. La Declaración Universal se basa en la igualdad social de todos los seres humanos. Este “cambiante” le basta para negar un “fundamento real”.
     
    A la pregunta de Zabala (quizás más retórica que real), creo más acertado afirmar que la ética se descubre. No la impone ningún dios, ni se la dicta a ningún mediador; como dice el autor, se descubre, y en ese descubrimiento interviene el desarrollo cultural. Personas espiritualmente más sensibles captan la injusticia de situaciones sociales de su pueblo, y proponen unas prácticas más equitativas.
     
    La realidad de ese fundamento ético no será comparable con la realidad de las leyes físicas, aunque hoy día se puede dudar también de su carácter absoluto; pero valores como el amor, la justicia, la solidaridad… tienen una realidad que ha sido percibida universalmente y durante siglos por la conciencia. Esa concordnacia tiene una base real, no meramente inventada. El conocimiento humano no se limita a lo experimental o a lo racional; existe otra vía de inteligencia sentiente que percibe los valores que dan sentido a nuestra vida.
     

     

    Contestar

Dejar un comentario