Hoy, 13 de Mayo, el papa Francisco ha peregrinado a Fátima para celebrar los cien años de las Apariciones y canonizar a los niños que aún no eran santos. Ha dado un testimonio de piedad mariana y ha hecho un esfuerzo por purificar la figura de María de connotaciones extrañas que aparecen sobre todo en el contexto de Fátima. José María Castillo nos envía esta reflexión que parece escrita tras asistir a la Misa papal de hoy. ¡Cuánto hay que depurar aún la teología católica y la “lex credendi” que es la liturgia!
Por ley de vida, la gran generación de teólogos, que hicieron posible la renovación teológica que llevó a cabo el concilio Vaticano II, está a punto de extinguirse del todo. Y en las décadas siguientes, por desgracia, no ha surgido una generación nueva que haya podido continuar la labor que los grandes teólogos del s. XX iniciaron.
Los estudios bíblicos, algunos trabajos históricos y algo también en lo que se refiere a la espiritualidad, son ámbitos del quehacer teológico que se han mantenido dignamente. Pero incluso movimientos importantes, como ha ocurrido con la teología de la liberación, dan la impresión de que se están viniendo abajo. Ojalá me equivoque.
¿Qué ha sucedido en la Iglesia? ¿Qué nos está pasando? Lo primero, que deberíamos tener en cuenta, es que es muy grave lo que estamos viviendo en este orden de cosas. Los demás ámbitos del saber no paran de crecer: las ciencias, los estudios históricos y sociales, las más diversas tecnologías sobre todo, nos sorprenden cada día con nuevos descubrimientos. Mientras que la teología (hablo en concreto de la católica) sigue firme, inasequible al desaliento, interesando cada día a menos gente, incapaz de dar respuesta a las preguntas que se hacen tantas personas y, sobre todo, empeñada en mantener, como intocables, presuntas “verdades” que yo no sé cómo se pueden seguir defendiendo a estas alturas.
Por poner algunos ejemplos: ¿Cómo podemos seguir hablando de Dios, con la seguridad con que decimos lo que piensa y lo que quiere, sabiendo que Dios es el Trascendente, que – por tanto – no está a nuestro alcance? ¿Cómo es posible hablar de Dios sin saber exactamente o que decimos? ¿Cómo se puede asegurar que “por un hombre entró el pecado en el mundo”? ¿Es que vamos a presentar como verdades centrales de nuestra fe lo que en realidad son mitos que tienen más de cuatro mil años de antigüedad? ¿Con qué argumentos se puede asegurar que el pecado de Adán y la redención de ese pecado son verdades centrales de nuestra fe? ¿Cómo es posible defender que la muerte de Cristo fue un “sacrificio ritual” que Dios necesitó para perdonarnos nuestras maldades y salvarnos para el cielo? ¿Cómo se le puede decir a la gente que el sufrimiento, la desgracia, el dolor y la muerte son “bendiciones” que Dios nos manda? ¿Por qué seguimos manteniendo rituales litúrgicos que tienen más de 1.500 años de antigüedad y que ya nadie entiende, ni sabe por qué se le siguen imponiendo a la gente? ¿De verdad nos creemos lo que se nos dice en algunos sermones sobre la muerte, el purgatorio y el infierno?
En fin, la lista de preguntas extrañas, increíbles, contradictorias, se nos haría interminable. Y mientras tanto, las iglesias vacías o con algunas personas mayores, que acuden a la misa por inercia o por costumbre. Al tiempo que nuestros obispos ponen el grito en el cielo por asuntos de sexo, mientras que se callan (o hacen afirmaciones tan genéricas que equivalen a silencios cómplices) ante la cantidad de abusos de menores cometidos por clérigos, abusos de poder que hacen quienes manejan ese poder para abusar de unos, robarles a otros y humillar a los que tienen a su alcance.
Insisto en que, a mi modesta manera de ver, el problema está en la pobre, pobrísima, teología que tenemos. Una teología que no toma en serio lo más importante de la teología cristiana, que es la “encarnación” de Dios en Jesús. El llamamiento de Jesús a “seguirle”. La ejemplaridad de la vida y del proyecto de vida de Jesús. Y la gran pregunta que los creyentes tendríamos que afrontar: ¿Cómo hacemos presente el Evangelio de Jesús en este tiempo y en esta sociedad que nos ha tocado vivir?
Termino insistiendo en que el control de Roma sobre la teología ha sido muy fuerte, desde el final del pontificado de Pablo VI hasta la renuncia al papado de Benedicto XVI. El resultado ha sido tremendo: en la Iglesia, en los seminarios, en los centros de estudios teológicos, hay miedo, mucho miedo. Y bien sabemos que el miedo bloquea el pensamiento y paraliza la creatividad. La organización de la Iglesia, en este orden de cosas, no puede seguir como ha estado tantos años. El papa Francisco quiere una “Iglesia en salida”, abierta, tolerante, creativa. Pero, ¿seguiremos adelante con este proyecto? Por desgracia, en la Iglesia hay muchos hombres, con bastones de mando, que no están dispuestos a soltar el poder, tal como ellos lo ejercen. Pues, si es así, ¡adelante! Que pronto habremos liquidado lo poco que nos queda.
Hay una población enorme que solo tiene la religión para sobrevivir psicológicamente y solo encuentra esta forma de religión mágica de Fátima, Lourdes, Schoenstatt, etc., o lo que es peor, cultivan religiones que pueden llegar a crear dificultades hasta con la eficacia de los servicios de salud: Los Testigos de Jehová, los cuáqueros y anabaptistas, los mormones, etc.; los fundamentalismos estadounidenses, etc. Es obvio que la teología tiene aún un lugar que ocupar si no en otro espacio, en el de la formación y adiestramiento de los ministros de ambos géneros que sirven a las capas religiosas de la población.
Una contradicción a resolver es que del mismo continente que ha producido la Teología de la Liberación, ha producido versiones nuevas y peores de la teología tradicional en la forma de los Legionarios de Cristo, los Heraldos del Evangelio, los Carismáticos, y otro número de movimientos religiosos que han encontrado, en los miedos sociales, y en la institución católica una atmósfera acogedora, por ejemplo, durante el larguísimo pontificado de Juan Pablo II obsesionado con el proselitismo y las popularidad.
Pablo VI representó un freno al entusiasmo inmediato al Concilio y Benedicto fue una especie de «Gestapo» al servicio del Papa polaco, que para conservar su carrera no tuvo escrúpulos en jugar su rol represivo. Nada de esto carece de importancia. La continuidad fue disuelta y hoy día no hay maestros que sean líderes, como Rahner, Chenu, Congar, Metz, Häring, la escuela de Lovaina, por citar a algunos no surgieron por generación espontánea, sino al calor abrasante del gran crisol moral y espiritual, que fue la Segunda Guerra Mundial y la Resistencia anti-fascista, el primer experimento ecuménico válido y posiblemente el único exitoso. No digo que haga falta otra guerra, digo que se perdió el eco de aquella renovación, de aquel intento de aggiornamento.
No sé si Francisco podrá recuperar suficientemente lo perdido, pero quizás logre nombrar más obispos y más cardenales que permitan que su propia onda de impacto, la de Francisco, perdure y que sean gentes capaces de descubrir los signos de los tiempos sin desear manufacturarlos por su cuenta, de manera que lo que Sobrino, Costadoat, Espinal, y otros muchos que murieron para derrumbar los muros de la fortaleza, fructifique en la Teología de los Signos de los Tiempos o la que tenga que ser, que sea un paradigma útil al laicado de manera que éste pueda producir, por ejemplo, su propia teología del matrimonio y de la familia, del papel de la Iglesia en el Mundo, del sacerdocio, del ecumenismo, etc., desde la realidad y no desde la idea.
La teología tiene que volverse una conversación popular, de abajo arriba. La filosofía, por su parte, tiene que aprender a leer en esa conversación lo que deba leer y facilitarle una racionalidad efectiva para que sea coherente.
No existe gente sin una Weltanschauung, toda persona mínimamente pensante tiene una, pero no toda persona sabe articular la suya. Si la patraña del Espíritu Santo no es tal, y el Espíritu realmente existe esta es su hora y este es su test. Esas nuevas teologías y filosofías deben poder reconocer al Espíritu en esas visiones de la realidad que salen del «siglo», del tiempo donde el Espíritu se supone que actúa, no de los claustros umbrosos de las catedrales y las universidades.
Aprovechando el encuentro puntual que se produjo ayer en el que parece que existe una cierta coincidencia en resumir toda la conflictividad teológica en estos dos actos, el primero el descriptivo y el segundo el explicativo, y, reconociendo empero que en la historia, sin embargo, han circulado estos mismos subvirtiendo ese orden, se diría entonces que el nuevo paradigma del cual tanto se habla no consistiría en otra cosa que en invertir los términos, resituándolos, es decir, sin movernos de esta descriptiva realidad (acto primero) el acto segundo se fuera reformulando según los tiempos. Nos abriríamos entonces a una mejor claridad de las cosas a pesar de la complejidad añadida que obtendrían en virtud a ese cambio de rieles. Pero por otro lado nos daría la ventaja de que al quedar la realidad ya descrita en experiencia en acto primero sería absurdo salirse de él para buscarla en otro lugar perdido
PREGUNTA: ¿Cual es la “teología” del Episcopado argentino HOY?
Episcopado argentino HOY
(Domingo Bresci – Sacerdote católico, ex secretario del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, integrante del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres)
……………..
I. El Episcopado debe reconocer que:
* en la violación de los Derechos Humanos, es más parte del “problema” que de la “solución”.
1- Hay suficientes evidencias de su:
– Complicidad y participación por “acción y/u omisión” de sectores significativos de los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos con la actividad de las FF.AA.:
2- Razones de fondo:
– Coincidencias político-ideológicas con las Fuerzas Armadas:
Para esos sectores de la Iglesia se trataba de una “cruzada” contra el comunismo y la subversión para salvar a la Patria y a la religión (Defender a la “civilización occidental y cristiana”) aplicando la “Doctrina de la Seguridad Nacional” (Consenso de Washington).
– Cuestiones de conveniencia:
– Era el modo de defenderse y apoyarse mutuamente.
Por lo tanto:
II. El Episcopado debe dejar su supuesta “neutralidad”
– que lo lleva a querer “reconciliar” a las “partes” desde una instancia superior y sin mancha y “reconciliarse previamente” con las víctimas, sus familiares y los organismos de derechos humanos a quienes durante muchísimos años no quiso recibir ni escuchar, ni miraba con buenos ojos (excepto algunos obispos).
– De lo contrario, la reconciliación encubriría la impunidad.
III. Para ello, entre otras cosas,
– debería dar a conocer las Actas de las reuniones de la Conferencia Episcopal y de la Comisión Permanente desde 1974 a 1984
– donde constan las denuncias, reclamos y debates promovidos por varios obispos (De Nevares, Hesayne, Devoto, Angelelli, Ponce de León, Brasca) y
– las denuncias y pedidos de ayuda de organismos de DD.HH.
El episcopado sabía bien lo que pasaba.
IV. También deberían dar a conocer las Actas
– de las reuniones entre la Comisión designada “ad hoc” (Laguna, Espósito, Galán) y la Comunidad Informativa de las FF.AA. (una por cada arma) en las cuales se hacía un seguimiento de los conflictos que se producían por el accionar de las FF.AA. sobre miembros y actividades de la Iglesia.
V. El Episcopado debería explicar públicamente
– por qué en su momento no se presentó como querellante en el asesinato de:
– Carlos Mugica y otros sacerdotes;
– de religiosos/as,
– de laicos/as;
– del asesinato del obispo Angelelli (La Rioja) y
– los presuntos asesinatos de los obispos Ponce de León (San Nicolás) y Sueldo (Santiago del Estero).
Según la fe cristiana “hijos de la madre Iglesia” y “hermanos en el Señor”.
VI. Como signo de credibilidad y posicionamiento
– frente a la Sociedad Argentina –en tiempos en que se ha intensificado el debate– debería afirmar explícita y públicamente:
a) Que en Argentina existió “terrorismo de estado” (se subordinó la Constitución al Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional).
b) Que hubo un plan sistemático de persecución, tortura, encarcelamiento, desapariciones y asesinatos, que constituyó un genocidio donde hubo víctimas y victimarios.
c) Que las FF.AA. y de Seguridad actuaron al margen y en contra de la Justicia Argentina y de los postulados de los Organismos jurídicos regionales e internacionales, según los cuales, las violaciones a los derechos humanos configuraron crímenes de lesa humanidad y por lo tanto, imprescriptibles.
No hubo “dos demonios”.
d) El Episcopado debería reforzar el reclamo de los organismos de DD.HH. a las FF.AA. y de Seguridad de las listas de los desaparecidos para que los familiares –según nuestra fe cristiana– puedan ejercer sus derechos de saber ¿Quién se los llevó? ¿De dónde? ¿A dónde? y unirse a ellos en su corazón.
e) El Episcopado debería reclamar públicamente a las FF.AA. y de Seguridad, las listas y destino de los casi 400 niños/as apropiados y entregados por ellos y que nunca se ubicaron. El Episcopado sabe que donde esos niños/as nacieron hubo complicidad de religiosas, capellanes y movimientos de Iglesia que –en conciencia– deberían aportar los datos que tengan.
Esta actitud es indispensable para que la sociedad considere creíble y coherente el pedido permanente del episcopado por la valoración de la vida.
f) El Episcopado debe “reconocer” públicamente (primer paso de una auténtica reconciliación) la complicidad y participación del Obispado militar y capellanes al servicio de las FF.AA. y de Seguridad, (como consta en sus mismas declaraciones y escritos y en el testimonio de las víctimas y de los mismos militares) que daban “consuelo y apoyo espiritual” a los que violaban –de múltiples formas– los derechos humanos de los secuestrados y más grave aún, justificaban “moralmente” su accionar, inclusive las torturas.
El Dios de los justos hace justicia.
……………
Reciclando a don Castillo.
El aprovechamiento de su QUEJIDO (el declinar de la Teología):
1- La Telogía NO TIENE FUTURO.
2- NUNCA LO TUVO
3- porque vivió en y del PASADO.
Reciclando, entonces:
4- Atender a LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
5- sería: poner los pies en el PRESENTE.
6- todavía le faltará el FUTURO.
Nota tanguera: en “Quejas de bandoneón” hay un in-olvidable cuanto verídico verso, que dice: “la vida es una herida absurda”.
Yo lo comentaría con el tanguito imprescindible: “AL MUNDO LE FALTA UN TORNILLO”
https://www.youtube.com/watch?v=qJiQFE5Vm6o
Ok! con Rodrigo.
Ok!, con María Luisa.
Ok!, también lo de Luis.
Solo que, en vez de tirar al tacho de basura, hay que aprovechar lo que tenga de “reciclado”: básicamente NO-OLVIDARLO para que NO-VUELVA NUNCA MÁS ¿no?
¡Completamente de acuerdo con Rodrigo!. Leyendo esta distinción entre el “acto primero” y el “acto segundo” me viene a la memoria las veces, sobre todo, por cierto, en los artículos de Castillo, en las que mi crítica la centraba en decir que la iglesia de lo que ahora llora es por el hecho de haber ido directamente a la predicación de la presencia ( acto segundo), es decir teología estricta, obviando el momento anterior en el que esta presencia nos “está” presente (acto primero) este momento es el que se ha perdido y el que urgentemente hay que recuperar para una práctica cristiana liberadora.
La teología siempre es un acto segundo, es uno de los giros copernicanos de la teología de la liberación en cuanto al método teológico y la hermenéutica. Sería (¿es?) parte del empobrecimiento de la teología olvidar esa realidad.
Y ¿cuál es entonces el acto primero? La vida humana, en expresión de Ortega; los patrones de interacción social de la vida cotidiana [tramados en y desde prácticas locales de deseo, poder, saber y discurso], en expresión de Sotolongo.
¿No valdría la pena dedicar más energías y esfuerzos a comprender [y actuar sobre] el acto primero que está dando origen como acto segundo a una u otra “teología”? ¿Es posible cambiar la “teología” sin comprender y trasnformar las prácticas de la vida cotidiana? Pensemos en el propio Jesús: de acuerdo al propio Evangelio, la fuerza de su movimiento, su propia “autoridad”, estaba en las prácticas sociales, que encarnaban la Buena Noticia. Era la práctica realizada en la vida cotidiana de curar a un enfermo, comer con un recolector de impuestos, tocar a una mujer o un cadáver, lo que alteró el patrón de interacción social del grupo de discípulos y les posibilitó aceptar una imagen nueva de Dios.
En ese sentido, la canonización de Jacinta y Francisco es una práctica local de poder [la canonización es un acto de poder eclesial que sólo puede realizar quien tiene tal poder] y de discurso [la canonización establece discursivamente los modelos de ser cristiano aceptables] que refuerza el patrón de interacción socio-eclesial del que el mito de Fátima es portador. Una gran cantidad de personas católicas no se enterarán de las palabras dichas en la ceremonia; pero “sabrán” que el dolorismo, sacrificio expiatorio, y la piedad medieval que llevaron a dos menores de edad a ayunos excesivos [incluyendo no tomar agua en pleno verano] y mortificaciones corporales hasta la muerte, ése es el “camino al cielo”, y es lo que Dios y la Virgen quieren.
¿Fue sólo la “teología” lo que llevó al actual obispo de Roma a realizar tal práctica? ¿O están imbricados otros patrones de interacción socio-eclesial, que habrá que identificar y someter al pensamiento crítico?
Por cierto, en el tema de la canonización, yo no puedo estar en el campo de Bergoglio sino en el campo de Mário de Oliveira: Fátima nunca más!
Como yo no me considero católico, ni practicante ni no practicante. Pues el miedo del que habla Castillo, a mi no me alcanza.
Entonces puedo decir sin miedo, que la teología católica, para llegar a la gente contemporánea, debería empezar por cuestionarse toda toda la base de esa teología. O sea todo todo. sin excluir la figura de Jesús. Eso significa hacerse el harakiri. Pero significaría salir de la caverna de Platon. A la autentica realidad. A partir de ahí, y enviando lo falso y podridamente muerto, al contenedor de la basura. Se podría, como no!, hablar del Misterio todo cuanto se quisiese. Pero seria una teología del todo nueva y distinta, del todo y verdaderamente Universal. Esta teología volaría por encima de todas las religiones, siendo capaz de hacer una gran síntesis de la espiritualidad natural y antropológica del ser humano.
Recuerdo haber leído un libro de Thomas Merton, en el que este anunciaba el fin de las religiones. Coincido con este místico católico. Esto es lo que viene, Sr. Castillo. Quizá no le apetezca hacerse el harakiri. Pero es lo que viene.
No es que todo cuanto este artículo de Castillo dice con respecto a la pobrísima teología que tenemos sea algo que sólo fuera detectado por teólogos o por expertos en teología, sino que últimamente esta problemática se extiende por doquier y está al alcance de quienes estén despiertos e interesados por este eclesial y triste fenómeno. Sin ir más lejos estos día me he visto rodeada en medio de un acoso en el cual intentando apagar mi opinión respecto a mi parecer sobre lo que este fin de semana se ha celebrado en Fátima, la exaltación de ello a mi alrededor se hacía insultante.
Digo esto porque estas situaciones creo que se están dando por todas partes, ahora bien, de lo que no estoy tan segura es de que en todas ellas se afronte de forma crítica, al contrario, muchas personas en semejantes situaciones sin contra argumentación alguna quedan contagiadas. No es casual que crezcan los movimientos carismáticos cuya función, vista desde el problema que nos ocupa en el cual se requeriría ir a la raíz misma que lo provoca, sirvan aquellos, sin más, para dejar las mentes en un estadio de mera sensación. El cual, me atrevería a decir que es en esta mentalidad que no traspasa más allá de la pura sensación en donde, por atrevimiento, encuentran plena afirmación la serie de preguntas increíbles que se hace D.Castillo.
Por otro lado, yo no estoy tan segura de que las iglesias estén vacías, claro que yo lo sé de segunda mano, pero es lógico pensar que si crecen los movimientos carismáticos a cargo de los cuales generalmente están en manos de jóvenes, las iglesias vuelvan a estar llenas y no precisamente sólo de gente mayor. Si aceptamos que el papa Francisco en su proyecto se encuentra muy limitado por el lado opositor de la jerarquía, no nos ha de extrañar que ésta vaya trabajando en dirección contraria y por tanto ofreciendo a la natural dimensión teologal humana un modo más satisfactorio y sin esfuerzo alguno de llenarla.
Hola!
Leo:
– “la teología de la liberación, da la impresión de que se está viniendo abajo”-
El Sr. Castillo se desvive por “hacer andar la Teología”. Y eso está bien.
Pero no tiene tres cosas previas para ese menester:
UNA: No tiene MUNDO (Sociedad) al que esa Iglesia tiene que “salir”
DOS: Solo tiene el “MUNDITO” religioso europeo
(nada de donde apareció la teol. de la Lib.)
TRES: No tiene un “MODO-de-PENSAR” adecuado a las cosas-de-la-vida humana.
(solo tiene las flosofías antigua y moderna, e.d. de “Manuales-universitarios“)
………………………..
Tampoco parece estar anoticiado de un pensamiento “teológico” donde esa Teología de la Liberación inicia una “liberación de la teología” al enmarcarla en algo más elemental y envolvente “Nuestro tiempo“.
Trabaja en ello un equipo con el jesuita chileno Costoadat.
Se trata de hacer pié en “LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS”.
La considero que “anda” en el buen sentido.
Luego se irá aproximando a la que siempre está ahí, a la mano de cualquiera, a la concreta vida de cada cual.
¿Saben muchos que el gran antropólogo y teólogo francés el jesuíta Teihard de Chardin, murió un dia cualquiera soportando sobre sus espaldas una dura condena de aquella y esta iglesia, y a su entierro no acudió más que una persona?. Así lo he leído en el último libro de Hans Küng, otro perseguido de la misma manera. Ese es el precio que pagan aquellos teólogos que osan desafiar a ese poder tenebroso.Sí,en otros momentos los hubieran quemado.Hoy los reducen al silencio. Y a las publicaciones que dicen la verdad sobre su supervivencia durante tantos siglos, también. La Historia criminal del cristianismo” de Karl Heinz Deschner, que publicaba la editorial Martinez Roca, que la publicaba en España, dejó de ser publicada al ser comprada por la editorial Planeta. Nos dejó así en el tomo IX, cuando faltaban once tomos hasta su final. Es decir compraron los derechos, para no publicarla. Así de fácil. ¿Quién está detrás?. Sin duda ninguna, la iglesia. ¿Había mentiras en ella.? Bueno así lo pensaron en Alemania y fue llevado su autor ante los Tribunales por la iglesia alemana. Perdió el juicio y tuvo que pagarlo. Y en Alemania se ha publicado entera esa Historia Criminal y se ha traducido al ingles, francés e italiano. Pero España es distinta. Aquí, la verdad no nos hace libres. Nos puede llevar a la cárcel. La verdad es revolucionaria. Naturalmente, por eso hay que tenerla atada y bien atada. Hoy mismo, estoy luchando por un libro de mi amigo JUAN LUIS HERRERO DEL POZO, “Religión sin magia” donde muchas de las preguntas que se hace otro gran teólogo José Maria Castillo él ha podido contestarlas, porque como dice en el libro: “Es un cristiano libre.”.Pero no de poder distribuir su libro sin que caigan sobre él, zancadillas incontables. Mi librero me advierte que las pequeñas editoriales, como es esta, tienen muchos inconvenientes.¿Solo las pequeñas?. Un cordial saludo.
Siento estupor, al comprobar que entre las creencias de la gente siguen repitiendo las mas escandalosas mentiras sobre Jesús y su nacimiento, de su vida, de su muerte.¿Es el cristianismo la expresión de lo que quiso Jesús enseñar a los que le seguían?. No hay nada más que observar a esa iglesia, cuyo origen es clarísimamente un tal Saulo, el converso y sus seguidores, que fue elegido por Dios desde el vientre de su madre, que recibió “su evangelio” en el tercer cielo porque asegura que no lo recibió de ningún hombre; es decir que el que enseñó en la tierra a los doce era de “inferior calidad” o que so lo podía haber ahorrado cuando era tan fácil hacerlo en ese tercer cielo fantasmagórico….fin. Todas las preguntas que se hace José María Castillo son pertinentes, pero la respuesta a ellas, son de tal calibre que esa iglesia paulina y la de sus seguidores está edificada sobre un pecado original inexistente, mítico, porque de él se deduce algo brutal e inhumano en cualquier derecho, y en el que basa todo lo demás, la interpretación de la vida de Jesús, y su muerte, como decisión inapelable del Dios Padre-Madre, sin la cual “la salvación de los hombres no era posible”.De ahí su versión fatal: Por el pecado de un hombre (¿por qué no se alude a la mujer siempre tenida como inductora fundamental del pecado?) entra la salvación del mundo. Aquí se “olvida” de la mujer, porque su teoría se viene abajo.¿No debía haber muerto tambien por inductora?) Ya sé la salida.Aquí conviene que en la palabra “hombre” se incluya a la mujer….¿Es Jesús hombre-mujer? ¡¡¡Cuanto retorcimiento para encajar una disparatada teoría!!! Primero es la mujer la culpable, y aquí se la ningunea. ¿De donde viene esa misoginia hacia la mujer hasta nuestros dias en que sigue siendo poco más o menos…en la iglesia? Pero el contrapunto viene en la madre de Jesús. Aquí los clérigos han volcado toda la sublimación inimaginable¡¡¡. Virgen, antes del parte en el parto y después del parto. ¡¡¡Que les importan a ellos todas las madres del mundo, incluídas las suyas¡¡¡ En los apócrifos van más lejos: los ángeles del cielo la daban comer manjares no contaminados de la tierra!!!. Yo no sé por qué no han incluido esto en algún dogma, de los que han derrochado para diferenciarla de las demás madres¡¡¡ El último, es demencial, disparatado:¡¡¡Subir a la virgen en carne mortal al cielo¡¡¡Tenía que ser aquel hierático Pio XII , que jamás condenó a los nazis directamente!!!.Y firmó con Hitler siendo nuncio en Alemania el concordato con el Vaticano!!!! Y, los milagros de los santos. Con las apariciones de la virgen, tan parecida a las estampas que habían fabricado los propios clérigos iluminados¡¡¡ Qué casualidad. Diganme aquellos famosos mensajes TRES que les había dado a los pastores o pastorcilloss. Sobre todo la “conversión de Rusia¡¡¡¡ Una guerra mundial hecha por Alemania, donde fue Rusia con sus 28 millones de muertos la que ¡¡¡Salvó la cultura occidental!!! Aunque la victoria fuera de Estados Unidos, por supuesto, que con el desembarco, en Normandía 4 de junio de l944 ……el que la ganó.Había empezado a finales de l939¡¡¡ ¡Cuatro años de guerra sin USA!!!No pasó nada. Pero esa ya es otra Historia.