Este es el documento que apareció ayer, día 21, en el blog de
Ante la escalada de tensión en Catalunya, una apuesta por el diálogo y por la garantía de los derechos fundamentales
Cristianisme i Justícia. Cristianisme i Justícia (CJ) es un centro de estudios en Barcelona con presencia a través de sus publicaciones y actividades en 124 países de todo el mundo. CJ lo conforma un equipo de personas comprometidas con la erradicación de las injusticias desde la reflexión y el pensamiento crítico. Un equipo plural con personas de Barcelona, Madrid, Valencia, Bilbao, etc.
La actualidad del conflicto político entre Catalunya y España y la escalada de tensión y actuaciones de los últimos días no nos permiten quedarnos en silencio. En Catalunya hemos vivido siete años de movilizaciones masivas y pacíficas por el derecho a decidir primero y por la independencia de Catalunya después. El detonante principal de este conflicto fue en 2010 la sentencia del Tribunal Constitucional de recorte de un Estatut de Catalunya aprobado sucesivamente por mayoría del Parlamento catalán en 2006, posteriormente por mayoría del Parlamento español y finalmente por referéndum en Catalunya. Un conjunto de políticas recentralizadoras y la desidia de un Gobierno español completamente sordo a las demandas tanto de los diferentes gobiernos de Catalunya como de la ciudadanía han llevado a un aumento de los partidarios del “derecho a decidir” llegando a un 70-80% del apoyo ciudadano. La falta de iniciativa política y la incapacidad de diálogo ante una realidad política como la descrita nos ha llevado donde estamos. Todos deberíamos hacer autocrítica sobre nuestro grado de responsabilidad en la actual situación.
Somos conscientes de que digamos lo que digamos no será del agrado de todos, pues las posiciones en nuestro equipo son también dispares, pero hay unanimidad en los siguientes aspectos:
- Como cristianos creemos que la fraternidad es el valor más universal y primario de la existencia humana. Una unidad impuesta contra la fraternidad es una unidad no cristiana. Y una libertad que se afirme negando la fraternidad, tampoco es una libertad verdaderamente humana. De aquí se sigue, como evidente, la necesidad de diálogo cuando surgen las diferencias y de respeto democrático de la voluntad de las minorías.
- El ejercicio del poder sin política es autoritarismo. Se ha querido trasladar a los tribunales un trabajo que no les corresponde. Apostamos por la resolución política y negociada, y no judicial ni policial, del conflicto entre los gobiernos catalán y español. La doctrina social de la Iglesia afirma que “la comunidad política está esencialmente al servicio de la sociedad civil y, en último análisis, de las personas y de los grupos que la componen” (catecismo Iglesia Cat. n.1910). Por tanto, el poder debe escuchar constantemente el querer y sentir de la sociedad civil, para “fomentar el bien común del país, no sólo según las orientaciones de la mayoría, sino en la perspectiva del bien efectivo de todos los miembros de la comunidad civil, incluidas las minorías”. (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, n.169)
- Denunciamos desde este momento toda vulneración de derechos fundamentales. Lo que estamos viviendo es una escalada de tensión no digna de una democracia. Las autoridades deben demostrar que las medidas aplicadas son compatibles con los principios democráticos. El derecho a la libertad de expresión, el secreto de comunicaciones, el derecho de reunión, etc. deben ser garantizados y ningún derecho civil puede ser vulnerado. Apoyaremos cualquier respuesta pacífica y no violenta cuando se vulneren derechos básicos de la ciudadanía.
- Rechazamos profundamente toda violencia que pudiera producirse y toda represión que busque precisamente una respuesta violenta para justificarse. La solución debe pasar siempre por la negociación pacífica.
Y, por último, siendo una de nuestras misiones tejer puentes de encuentro, confesamos que un cristiano no debe nunca cerrar las puertas al diálogo (donde todo lo que no vulnere los derechos fundamentales puede ser tratado), ni siquiera cuando las posiciones se radicalizan en los extremos y parece imposible llegar a una solución negociada.
Ante el problema enconado que ha surgido sobre la Consulta Catalana para preguntar al Pueblo si está de acuerdo con una República Soberana Catalana, las reacciones han sido tan diversas como lacerantes y cada uno interpreta a su manera defendiendo su verdad. En esta situación han surgido ideas intermedias de Federación, Confederación; pienso yo para apaciguar los ánimos y ver otras vías de entendimiento.
A mi modo de ver, pienso que habría que analizar un poco más el fondo de la cuestión. Por otra parte, habría que ver también dónde se sitúa cada uno ante el panorama actual. Si se sitúa en un nacionalismo de la periferia (Cataluña, Paisos Catalans, Pais Vasco o Galicia) o en un nacionalismo español. El análisis y las consecuencias serían muy distintas.
Personalmente pienso que políticamente hablando, el absoluto es el hombre, la persona y los derechos de los Pueblos, y que estos derechos están por encima de la ley. Esto es lo que decíamos ante las leyes franquistas.
No habrá nadie que diga que no hay leyes injustas, y que la ley se interpreta según el parecer del Juez, basado en unos códigos aprobados por el Congreso.
Por otra parte es una realidad de que un mismo hecho es interpretado muchas veces de distinta manera, lo cual hace pensar que la justicia no se imparte con objetividad.
En la mal llamada transición de la dictadura a la democracia formal, se aprobó una Constitución que muchos no aprobamos, porque los Pueblos susodichos fueron “inmovilizados” y “bien atados” según la frase inmortalizada. La ley 155, la unidad española, el Ejército que es el guardián, etc., hace que no se vea ningún resquicio para la independencia de los Pueblos. Según las indicaciones de la ONU, un Pueblo con su lengua, cultura, idiosincrasia, etc., tiene derecho a la independencia. En el siglo pasado, en el periodo de veinte – veinticinco años, se independizaron doce Pueblos en la Yugoslavia y la antigua URSS; y no ha pasado nada; lo hemos asumido.
En el estado Español es inconcebible. Me da la impresión que aún subyace aquello de los vencedores y vencidos a nivel territorial. Por lo tanto, también tengo que decir que la Constitución no es tampoco un absoluto como defienden algunos.
Respecto a la leyes emanadas del Poder legislativo, hay que decir que muchas fueron aprobadas con las mayorías absolutas del Partido Popular y el PSOE. Por ejemplo, las leyes restrictivas, sobre todo en el País Vasco, con la interpretación de los Jueces ante algunas leyes, eran y son ejemplarizantes con condenas de muchos años de cárcel, cuando el delito, según la ley, era menor. El último caso lo tenemos en Alsasua, que por una riña entre algunos jóvenes y dos Guardias civiles que estaban en un bar con sus novias y algunos empujones por medio, consideran el delito como un acto terrorista, por lo que se les ha aplicado la ley antiterrorista, y que el fiscal pide de ocho a doce años de cárcel. Una barbaridad, una injusticia. Hoy no se cree en la justicia. Y esto ha ganado a pulso. El pueblo de Alsasua como el Pueblo Vasco se ha manifestado en contra de este hecho. No hay respuesta. Hay muchos casos como éste, por ejemplo, cuando el Delegado del Gobierno central prohíbe manifestaciones culturales con signo independista, o nos encontramos con la ley de la seguridad ciudadana, la ley mordaza, o cuando en situaciones concretas en la calle no pueden circular más de diez personas, etc, etc.
Uno se pregunta que cuando dicen que hay democracia, habría que saber a qué democracia se refiere, o qué es la democracia.
Por todo ello digo que la ley en general es necesaria, pero condeno cuando las leyes son injustas por abusivas y van en contra de los derechos. Por otra parte, hay interpretaciones muy personales marcadas por una ideología concreta. Y hablando de ideologías, me pregunto sobre la ley emanada del Congreso cuando los Partidos mayoritarios designan Jueces en el Tribunal Constitucional, en el Consejo el Poder Judicial, el Fiscal General, y un etc. largo en puestos claves del Estado y con una marcada línea ideológica. Porque claro, no pondrán Jueces o Fiscales con otra ideología diferente. Y después se dice que hay que acatar la ley y lo que dicen los Jueces, sin rechistar.
Por todo ello, no creo en esta democracia, ni en el Estado de Derecho, porque cada uno ve la realidad legislativa a su manera, y los poderosos (Partidos mayoritarios) son los que marcan e interpretan la ley. A los minoritarios se les permite el “pataleo”.
Es curioso que todos, tanto los de un lado como del otro hablan de democracia; además con un convencimiento y una seguridad, sobre todo Mariano Rajoy. Da miedo.
Por fin, la represión desatada en Cataluña es de tal calibre, que me recuerda los años duros de la dictadura.
Sufro, como no, ante la situación de Catalunya. Como ser humano me duele los enfrentamientos, sobre todo entre quienes viven o conviven en una misma familia, en un mismo pueblo. Lo que está ocurriendo en Catalunya es un fracaso político, una incapacidad de diálogo, una incapacidad de superar clichés que están enraizados en mundo personal y colectivo. Por mis estudios y trabajos pastorales me ha tocado conectar con muchos hombres y mujeres de entornos diferentes al mio pero que más o menos hablábamos un lenguaje coincidente en lo tocante a la fe, pero en cuanto alguien me preguntaba sobre la situación vasca, no había manera de poder hacer entender un poco nuestra problemática. El dialogo no es expresar cada uno lo que pensamos sino la capacidad de escuchar al otro pensando que me puede aportar algo que desconozco, que puede enriquecer mi manera de pensar y actuar. Nadie tenemos la verdad, todos captamos una parte de la verdad y necesitamos enriquecernos con la aportación de los otros. Pero eso supone superar nuestros clichés que nos bloquean y ponernos a escuchar unos a otros. La situación actual de Catalunya, como todos los mínimamente sensatos opinan, es un fracaso político, algo que se veía venir. Es muy difícil que desde fuera comprendan el sentimiento nacionalista, no hablo de independencia. No se tomaron en serio los deseos del pueblo catalán, pensando que ésto iría desapareciendo poco a poco, sobre todo a manera que cada vez éramos más Europa y la situación se ha deteriorado gravemente. Estos conflictos, y lo sé por la experiencia de nuestro pueblo vasco, no se solucionan con la fuerza. En estos últimos años, si hubiera habido mesas de encuentros auténticos, hoy no estaríamos donde estamos. No trato de acusar únicamente a una parte del conflicto. En el conflicto vasco, todos pecamos de no ser capaces de escuchar al otro. Ahora nos preguntamos qué nos aportó un conflicto que duró tantos años generando una situación insoportable de muertos, cárceles, amenazados, exilados… Deseo que Catalunya no desemboque en un enfrentamiento violento y que a partir de octubre sean capaces de sentarse y buscar salidas asumidas por todos.
Yo he publicado ese dia un artículo en una revista gallega con un título duro (Golpe de estado contra a democracia e as liberdades en Catalunya), pero que manifiesta lo que pienso, y que envie a amigos catalanes con estas palabras:
Escribo desde la tristeza y la impotencia. Con aquella tristeza e impotencia que se instaló en un amplio sector de la sociedad catalana en junio de 2010, cuando la sentencia del Tribunal constitucional y la nula reacción de la clase política española dinamitaba años de esfuerzo del conjunto de los representantes democráticamente elegidos, en España y en Cataluña.
Fue más o menos hacia el 2004, creo, cuando Maragall y Zapatero acordaron no posponer por más tiempo el “tema” catalán. Más de una vez he leído que ellos “crearon el problema”, “prendieron el fuego”, y expresiones por el estilo. Eso sólo puede decirlo quien consciente o inconscientemente ignore la historia de España y desconozca la realidad catalana. El “desencaje” está ahí, desde hace siglos, nos guste o no. Y negar una realidad, o no querer verla, no es nunca camino de solución. Estaba ahí antes de la dictadura franquista, y continuaba estándolo después. No me extiendo en bibliografía ni en datos, que pueden encontrarse fácilmente. Entre los recientes ríos de tinta, un artículo de A. Puigvert (“Respeto”) me parece especialmente interesante sobre este punto. Retomo el hilo: finalmente el tema se puso sobre la mesa. En el Parlament unionistas, federalistas e independentistas se esforzaron por dialogar, ceder, acordar, hasta consensuar un texto base sobre el que construir el futuro, el Estatut del 2006. En el Congreso y el Senado, el conjunto del pueblo español pudo también expresarse a través de sus representantes, que debatieron, pasaron el cepillo al texto, llegaron a acuerdos y finalmente votaron. Si hubiera habido verdadera voluntad democrática, en el momento en el que una minoría (el PP) planteó su recurso de inconstitucionalidad o en el momento de la sentencia cuatro años después, sólo había una opción posible: ponerse a trabajar de inmediato para adaptar el texto legal más antiguo (la Constitución) a la nueva ley salida de la voluntad de las tres cámaras. Algo que se hizo en un santiamén y sin ningún problema pocos meses después para adaptar la Constitución a una ley europea relacionada con el sistema bancario.
Pero no, no se hizo nada. Aquel día se envió un mensaje muy claro a la sociedad catalana: “no hay vía de solución posible dentro de la legalidad, porque no hay voluntad de que pueda haberla”. Desde aquel momento cualquier argumentación diciendo que el futuro de España deben decidirlo todos los españoles, suena a tomadura de pelo, porque eso ya se hizo. Cualquier discurso sobre que de todo se puede hablar dentro de la legalidad, suena a insulto a la inteligencia. Aquel día la confianza en el sistema democrático español saltó por los aires. Cientos de miles de personas le giraron la espalda de la noche a la mañana. Y los que apostábamos por la posibilidad de una España ‘otra’, quedábamos deslegitimados y desarmados.
Nada de lo que ha venido después me ha sorprendido, ni de un lado ni del otro. Era totalmente previsible. Y estamos mucho más lejos que en el 2004 de poder iniciar una vía de solución. Ni imagino cómo; y si miro hacia la clase política, menos todavía. No sé por dónde se podría empezar a tejer alguna base para el diálogo. Pero si hubiera alguna posibilidad, creo que tendría que incluir algún gesto significativo por parte de los que jugaron tan inconscientemente con las reglas básicas de la democracia. Alguien tendría que pedir perdón por lo que se hizo. Muy sinceramente y bien alto. Siento que sería un primer paso imprescindible, si se pretende que otros revisen el rumbo de sus decisiones.
Esos mismos sentimientos he sentido yo. Desde aquel atropello, todo ha ido por ese mal camino del famoso “cepillado del prepotente Alfonso Guerra”. Y de aquellos polvos, estos lodos, ¿qué digo?, este lodazal. Y es que hay, todavía ….una clase franquista, enquistada dentro de los votante del PP que no parece sino que estamos en guerra–ellos sí— contra todo razonamiento que no sea la imposición de la fuerza…..¡¡¡ya lo vemos!!!. Cuando ETA mataba, decían–ya lo vemos– en democracia todo se puede discutir, dialogar, llegar a un acuerdo. Sí, sí ¡¡¡ Flatus vocis. Palabras de mentira de hipocresía de falta de lealtad, de honestidad. Que tristeza da pensar que pervive el esoíritu demencial de aquel “caudillo de España, por la gracia de Dios”. Y aún más tristeza pensar, ¡¡¡cuanto de ello contribuyó a crearlo la “iglesia de Cristo”, que no la de Jesús de Nazaret, si es que alguna vez pensó en levantarla. Un cordial saludo.
El asunto de Cataluña me preocupa y no me preocupa. No me preocupa, porque como ser humano me molestan las fronteras, las tribus, los nacionalismos, los guetos. Y me preocupa, porque la raíz de todo este asunto está en los intereses particulares del gobierno central del PP, y del gobierno catalán, aupado por los anticapitalistas. Después añadiré un tercer factor en este juego.
Los intereses del gobierno del PP son claros y evidentes: dejar pasar el tiempo y no dar un paso al frente mediante el diálogo. En Cataluña el PP es minoría y no van a obtener más votos que los que tienen. Si Cataluña quiere la independencia, el resto de España se va a oponer (con la ayuda inquebrantable de los medios de comunicación social de derechas), favoreciendo así la estrategia política del PP, independientemente de los mecanismos jurídicos y judiciales que pueden llevarse a cabo. Además con el tema de Cataluña se quita de un plumazo que el personal, la sociedad, hable de la corrupción del PP y del gobierno.
Los intereses del gobierno catalán (no hay que olvidar que es un gobierno de derechas) también son meridianamente claros: hay una profunda crisis económica y social con grandes recortes en la sanidad pública catalana, en la educación pública catalana…; ¡hablemos, pues, de la independencia! El personal, la sociedad catalana, tiene así una preocupación, olvidando lo más inmediato que es la subsistencia y el bienestar social. Me recuerdan los tiempos de la dictadura que, cuando surgía una fuerte protesta social, se recurría al tema de Gibraltar español, aminorando así la protesta obrera o estudiantil. ¿Por qué el tema de la independencia se ha iniciado y potenciado en tiempos de crisis económica y también social? Habría que añadir el asunto de la corrupción en el partido que sustenta al gobierno catalán. ¿Les preocupa a los “anticapitalistas” (probablemente sean también “anti” en otras cosas) esto de la corrupción o que la sanidad pública catalana brille por su ausencia o que la educación privada catalana viva en detrimento de la educación pública?
Ya sabemos que los nacionalismos arrancan del romanticismo del s. XIX o que el profesor Badía i Margarit, en su afán de eliminar los parentescos lingüísticos del catalán con el castellano como lenguas romances, y, por ende, de su relación con España, hacía derivar el catalán del provenzal del sur de Francia; pero si la independencia catalana es un problema real, lo sensato, lo democrático es que se establezca un diálogo real, no meras reuniones de cara a la foto y a la galería, para llegar a un acuerdo de solución. Y aquí, creo, debería haber participado un tercer factor, a que me he referido antes: el gobierno eclesiástico, la conferencia episcopal española. Algunas voces episcopales han dicho que es un asunto político, pero, no olvidemos que ambos gobiernos, el central y el catalán, son de derechas, católicos, añadiría, y, sin duda, el episcopado hubiera facilitado ese diálogo imprescindible. ¿También el episcopado tiene sus propios intereses?
Mientras tanto la ciudadanía tenemos un sólo tema en cualquier situación social. Apenas hace quince días que, estando presente en una conversación en un pueblecito del Alto Tajo, uno de los presentes preguntó a otro que, siendo del pueblo vivía en Barcelona desde hace años, cómo no había venido su hijo de vacaciones al pueblo. El de Barcelona respondió que se había quedado en la ciudad, renunciando a las vacaciones, para dedicarse por completo a la causa independentista. Y éste es otro asunto, no sé si colateral o frontal, la fractura social innecesaria. Mi nieta me enseñó una canción de su colegio: “Ser amigo es mejor/ que andar peleando/ sin razón./ Si hay motivos para pelear, manos al bolsillo,/ hay que hablar”. Esperemos que esta sea la actitud el 2 de octubre.
Participar en este debate y en este momento no deja de ser arriesgado. Yo querría únicamente apuntar algunas reflexiones breves:
– Las izquierdas siempre fueron internacionalistas. El nacionalismo fue siempre de derechas. ¿Es ahora al contrario? No lo creo.
– Está clara la inoperancia del gobierno todos estos años, eso no se pone en duda.
– Pero no hay que olvidar el adoctrinamiento, en gran parte mentiroso, de los nacionalistas: la guerra de sucesión se convierte en una de secesión, “España nos roba” etc. etc.
– El nacionalismo ha sido en muchas ocasiones la bandera para tapar vergüenzas, desde Pujol y la Banca Catalana hasta el famoso 3%. Estos días se ha dicho que en la Cataluña independiente se amnistiará a los patriotas ¿aun a los ladrones?
– Este referendum no es tal sino un plebiscito.
– Desde hace años ha faltado en España un debate intelectual serio y de altura sobre el llamado “derecho a decidir”. ¿A decidir qué, en qué terrenos, con qué condiciones? Falto de él, el slogan es pura demagogia
– Lo peor de todo es la fractura social en Cataluña. El recurso a la violencia -de momento verbal pero ya pasando a la acción- a+ya es un hecho. Hay grupos que no quieren renunciar a ella. La paz es un bien muy frágil y una vez rota no es fácil recomponerla.
Sé que el tema es complejo y por ello no voy a entrar en toda esta complejidad que ya ha estado comentada abundantemente. Solamente quiero incidir en la tan tarida i llevada “legalidad”. Todos sabemos que las leyes las hacen los vencedores y que la ley actual fueron estos los que la hicieron. Muchos de los que ahora la defienden pueden hacerlo gracias a los que en los años 70 fuimos ilegales y pagamos las consecuencias. Con algunos de ellos colaboré y hoy me siento traicionado por los mismos. Para mi el que el 80% de los catalanes quieran votar es razón suficiente para que esta votación sea lo que cuenta. Y me duele ver a aquellos que en aquel momento veían clara su ilegalidad estar al lado de los que hoy nos niegan este derecho. Entiendo que esto viene de lejos. Para condenar al “ilegal” que les cuestionaba su afán de poder “aquel día se hicieron amigos Pilatos y Herodes, que hasta entonces habían sido enemigos” (Lc 23,12)
Oriol Xirinachs, primo de aquel “ilegal” que tanto contribuyó a que los ilegales de entonces pudieran ser legales hoy.
Divagaciones nocturnas de un viernes triste
. Lo que está sucediendo ahora en Catalunya había sido pronosticado hace años por toda suerte de observadores. Pase lo que pase el día 1 de octubre, y el 2, y el 5, y el 25, aumentará lo que vengo denominando hace años “la desmembración emocional de España”. Aunque sea un tópico decirlo, pero no por ello menos cierto, el principal hacedor de independentistas en Catalunya es el Partido Popular, sin olvidar a Ciudadanos. Por cierto, C´s se quiere cargar el “Concierto Económico Vasco”, lo que por aquí no olvidamos.
. ¿Cómo explicar que el sentimiento independentista en Catalunya se haya duplicado, si no triplicado, en los últimos 25 años? He estudiado la sociedad catalana, en informes del Grupo Europeo de Valores y esta constatación no admite duda.
. Se dice que hay que cumplir la ley. Obvio y necesario. El problema se plantea cuando algunas leyes se cumplen y otras no. El día de hoy, 22 de septiembre el, ahora alabado Gobierno Vasco de Urkullu, vuelve a pedir que se cumpla Ley Orgánica del Estatuto de Gernika y presenta una serie de 37 (creo recordar) incumplimientos a la Ley. Después de casi 40 años.
. La salida pasa por el reconocimiento de la singularidad vasca y catalana por parte del nacionalismo español y que los nacionalistas vascos y catalanes admitan la evidente pluralidad identitaria. Pero el primer y principal paso debe darlo el más fuerte, y este es el nacionalismo español. ¿Por qué aceptan ceder parte de la soberanía española a la Unión Europea; por qué un ex ministro ultranacionalista, García Margallo, habla de soberanía compartida con Gibraltar, pero, el Gobierno y la Justicia (¡ay la Justicia!) al referirse a Euskadi y Catalunya repiten, una y otra vez, que el ejercicio de la soberanía reside, exclusivamente, en el Parlamento de Madrid?
. Respecto de la posible independencia de Euskadi o de Catalunya, mi posición es esta: si un pueblo de forma reiterada, digamos durante 20 o 25 años, el tiempo de una generación, manifiesta de forma pacífica y democrática su voluntad de conformar un Estado, (mediante varias consultas rigurosas, no vinculantes), no veo cómo impedírselo. Aunque, en el referéndum decisorio habrían de cumplirse, por ejemplo, las dos condiciones que la UE exigió para la independencia de Montenegro: una participación superior al 50 % de la población y una mayoría superior al 55% a favor de la independencia.
. En mi opinión, en la actualidad, estas condiciones no se cumplen en Catalunya ni en el País Vasco. Digo “en mi opinión” nada más, pues no se ha permitido llevar a cabo ninguna consulta específica al respecto (no valen las encuestas de opinión), aun siendo estas consultas no decisorias. También pienso, deseo y defiendo, que, en la Europa del futuro, si queremos que Europa tenga futuro, los actuales Estados-Nación deben ceder todavía más soberanía a la Unión Europea, aplicando, en las tomas de decisiones, el principio de subsidiariedad.
. ¿Es posible ser ecuánime sin ser tildado de equidistante? Más todavía, ¿es posible ser inmaculadamente equidistante?
Hola!
Serrat criticó el referéndum desde Chile
Mientras el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ordenó desactivar la página web desde la cual se podía consultar el padrón electoral para la votación soberanista, quien se sumó a la polémica fue Joan Manuel Serrat, de gira en Chile, junto con Ana Belén, Miguel Ríos y Víctor Manuel, para celebrar las dos décadas de la gira El gusto es nuestro. Consultado sobre la consulta, dijo que el referéndum “no es transparente”, dado que la convocatoria se realizó “a espaldas” de los miembros del Parlament que se oponían a ella.
Serrat criticó no sólo al gobierno autonómico, sino también al de Mariano Rajoy, “responsable de todo lo que está ocurriendo”. En su opinión, “a ambas partes les convenía mantener esta circunstancia para tapar unos años de recortes económicos y unos años de corrupción política muy grande, todo esto ha desaparecido del informativo”. Serrat advirtió, además, que se ha generado “una situación de una gran fractura social que, a mi modo de ver, va a costar muchísimo tiempo recuperar”.
Yo estoy de acuerdo con el planteamiento inicial y con las ideas que subyacen sobre que así no se puede abordar el problema, que es un fracaso de la política, sobre todo del PP, y subordinadamente de los gobernantes catalanes. Y estoy de acuerdo con los valores éticos que lo articulan.
Pero el texto pierde la razón, a mi juicio, en las afirmaciones de realidad social y ética política que sostiene:
No es un conflicto sólo entre gobiernos, ¿no?
No hay una sola sociedad civil, ni un solo país, éste es el problema, ¿no?
Ningún derecho civil debe ser vulnerado, pero sí puede ser recortado su ejercicio si la ley y los jueces lo aprueban, ¿no?
¿Cómo conocen la intención perversa del Estado en el uso de la fuerza?
O ¿un Estado de Derecho no puede utilizar la fuerza nunca?
Y ¿cómo sabrán que ese uso de la fuerza es represión?
O ¿lo es siempre?
Nunca se renuncia al diálogo, siempre que lo tratado no vulnere los derechos fundamentales, y en los conflictos, ¿quién dirá cuándo sucede esto si no son los jueces?
Realmente, el texto debió decir que, comprobados los hechos, la aplicación para este caso concreto, es la que sigue. Y entonces, esas afirmaciones generales, hacerlas concretas y del caso de Cataluña y España, ahora y aquí. Esa es la concreción que han evitado, aunque la supongan. (No estoy allí). De otro modo, así dichas las cosas en general, dejan a los Estados Democráticos sin ninguna opción ante la ética política de no se sabe quién y por qué. Y en cuanto a esto, sí que me parece equívoco en sus afirmaciones.
Me gusta el documento. Y “vull dir la meva” (quiero decir la mía).
Evidente es que se trasgrede la legalidad vigente hasta ahora, en España. Que camino nos dejan, si no.
Lo hemos intentado por activa y por pasiva. Que se atendieran nuestras reivindicaciones. frente a la cara de mármol, del presidente de gobierno de turno. Los catalanes, sirve solo para que paguen y callen. En cierto modo. somos como un territorio conquistado por una metrópoli colonial.
Pero Cataluña tiene capacidad y derecho, de lucir internacionalmente y en todos los aspectos, con luz propia. Sin los constantes palos en la rueda de Madrid. Podríamos volar como águilas. Pero nos tienen convenientemente cortadas las alas hasta ahora, y desde hace siglos. Con la pretensión de convertirnos en gallinas de corral.
Cualquiera sabe, que el tema Cataluña. Es un asunto enquistado sin resolver. Para cuando, una solución lucida. Hasta ahora hemos convivido con nuestra rabia envenenando nuestro pecho. Pero tarde o temprano el vomito se produce.
Y se ha producido ahora. Que no se busquen maquinaciones políticas de partidos. La gente en la calle, las caceroladas, son un echo que nace del sentimiento de patria. Y quien denuncia manipulación, ofende al catalán que se manifiesta, en su Parlamento y en la calle.
Las izquierdas. Secularmente. han perdido un filón de adhesiones. Al no hacerse eco del aspecto cultural de los pueblos.
En Cataluña. El sentimiento de pueblo, ha sido tan fuerte. Que por décadas se ha estado votando un partido burgués y corrupto. Solo porque proclamaba defender la catalanidad. Las izquierdas no lo hacían.
Cerca de un millar de intelectuales autoproclamados “de Izquierdas”, sacan un manifiesto en contra de algo que es simplemente votar. Votar, Srs, votar……
Mira por donde. Coinciden perfectamente con las derechas españolas. Sospechoso ¿No?
Si. Posiblemente sean de izquierdas. Pero no son del todo progresistas. como podrían serlo.
Cito a un pensador vivo. Ken Wilber. autor de un sinfín de libros. Traducidos a un sinfín de idiomas.
Wilber. Deja palmariamente claro. Que la cuestión cultural. Es inexcusablemente parte de la autentica realidad a considerar, para situarse en el mundo.
Las izquierdas. Grosso modo. No han visto mas que con las anteojeras de la
economía.
Así, que estos sesudos “progresistas”. lo mejor es que se metan “el pito en el bolsillo”.
Hace poco se pretendía poner cortapisas Por parte del gobierno del PP. a la enseñanza en la escuela como era la lengua vernácula catalana. La lengua Srs……
El sentimiento patrio, por otra parte. No es como un kg. de pan. Pero tiene “peso” subjetivo. Pero tiene “peso”.
Y ¿como no?. Lo mas importante. SI. MADRID NOS ROBA.
“Los catalanes, siempre están llorando”. Si está visto. En una Nación primitiva y barbara. Como bien decía A.Machado. Como no enseñes los dientes……..