Este fin de semana, 12 y 13 de noviembre, se han celebrado las XIV Jornadas de Teología convocadas por la Asociación de Teólogas Españolas (ATE) en Madrid con el título Caín, ¿dónde está tu hermana? Dios y la violencia contra las mujeres. Se celebraron en el Colegio Mayor Chaminade de los Maristas y bajo el patrocinio de la editorial Verbo Divino.
La violencia contra las mujeres lleva a preguntas como: ¿qué pasa por la mente de…? ¿por qué puede suceder esto? Ana de Miguel (UAM) desde su ponencia “Desde lo antropológico-cultural”, nos decía que, lo primero, era muy importante entender. Y nos llevó hasta los mitos, hasta Grecia, para hacernos ver cómo las narraciones mitológicas, esa visión del mundo, esas filosofías, esos esquemas antropológicos que nos dan la forma de entender el mundo, son tan importantes y que si no nos damos cuenta de ello y no se trabaja en esa dirección pueden permanecer ahí y estar latentes e ir formando generación tras generación con pequeñísimas modificaciones y la narración va troquelando la forma de ver la realidad y también las justificaciones de esas acciones.
Después, una vez que comprendemos y entendemos, se tiene que manifestar y consolidar en prácticas nuevas que hay que apoyar, en prácticas sociales. Nadie está sólo, somos comunidad. La dimensión comunitaria, social, política, lleva a prácticas políticas que cambian las situaciones. Adela Asúa (jurista) en su ponencia “Desde lo jurídico y legal” exponía que la ley es una concreción de esas prácticas sociales y está muy mezclada con el empujar y recibir y cómo van cambiando según va cambiando también la sociedad. Pero aun siendo verdad que puede apoyar ese cambio, vimos esa complejidad de cómo cambiar incluso el concepto de lo que era violencia, víctima.
Estas son unas Jornadas de teología y pasábamos a ver qué importancia ha tenido la Biblia en todo esto. La Biblia es la plasmación escrita de una experiencia de encuentro con Dios en la historia o en la persona de Jesús de Nazaret. Esto exige una reinterpretación de esa experiencia que se ha plasmado en el texto, por lo tanto, exige una reinterpretación en las nuevas circunstancias de eso que dice el texto. Está abierto y vimos esos textos que expuso Lidia Rodríguez (U. Deusto) “Desde los textos bíblicos”, cómo esos textos se reinterpretan y cómo se puede reinterpretar y cómo se ha utilizado para bien o para mal, para demonizar o justificar lo injustificable.
Vimos experiencias de personas que han conseguido salir, de mujeres que han sufrido la violencia centrándonos en la violencia tan íntima, tan personal, tan que rompe todo, como puede ser la violencia sexual y también doméstica y cómo realmente había una luz. Esto de manos de Marisa Cotolí(OSR) cómo se puede reconstruir la persona y el papel que tiene la comunidad, la solidaridad, los grupos. Y la motivación para salir de estas mujeres que han sufrido.
El domingo se empezó con otra pregunta de mano de Silvia Martínez “Desde el Dios que libera”: ¿dónde está Dios en todo esto, qué dice Dios? Y nos hemos centrado en el ámbito teológico. Hemos visto cómo Dios está protestando, denunciando, empujando para salir de esta situación, cómo está legitimando las protestas y la desobediencia, es decir, cómo Dios y la cruz se pueden utilizar y han sido utilizados a lo largo de la historia, como símbolo ambivalente para justificar, para callar, para proponer un tipo de obediencia y de sumisión que acepte la cruz como un destino. O bien se puede utilizar como un motivo, pues Jesús aceptó la cruz por vivir de una manera determinada. Más aún no aceptó, le llevaron a la cruz y él lo que decidió es no traicionarse, ser lógico y coherente hasta el final. Por lo tanto la cruz puede ser también un sitio de protesta, de legitimación de la desobediencia en ciertas formas, en ciertos momentos y un empuje para bajar de la cruz -según expresión de Jon Sobrino- a quienes han sido crucificadas en ella.
El silencio de quienes han sido calladas y no han podido decir una palabra, como nos decía Susana Becerra (U. Javeriana Bogotá) “Desde los cuerpos maltratados”, nos llama a alzar la voz de denuncia, alzar la voz para denunciar, para decir una palabra desde la denuncia y desde la reflexión teológica porque eso es también hacer teología desde donde podemos hacer teología. Una reflexión que impulse a otras prácticas que impulse a una mayor justicia que fomente la vida plena para todas aquellas que no tienen voz, que no se les deja alzar la voz, que no pueden decir una palabra con autoridad aunque siempre queda la autoridad vital. Estas Jornadas nos dejan esta tarea de animar la vida y pensarla, una llamada a bajar de esas cruces, a eliminar las violencias.
Agradezco a Belén Brezmes y a Iglesia Viva compartirnos este recuento del encuentro. Son experiencias, vivencias, reflexiones de hondo calado, y más necesarias que nunca. Me parece vital el esfuerzo de reinterpretación de los textos bíblicos, es importantísimo que más personas creyentes tengan acceso a tal esfuerzo.
Pero con toda la reinterpretación, el problema permanece: el hecho es que el texto-en-su-contexto es profundamente patriarcal salvo excepciones; y que las sociedades humanas han llegado a un estadio de evolución de lo aceptable/no aceptable mucho más ‘humano’, justo, y compasivo que el patriarcalismo de la mayor parte del texto sagrado.
Esta realidad, de que el texto que se considera inspirado por Dios se queda corto en cuestión de justicia, equidad, compasión y humanismo frente a la evolución de las sociedades, ¿dice algo de Dios? ¿dice algo de la teología de la comunicación e inspiración divina? ¿del papel mismo del “Libro” en una “religión del Libro”?
Esa es una pregunta teológica que rara vez veo abordada. Y que en mi opinión, requiere contestación.