Está a punto de concluir el Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes. Se examinan las declaraciones de los protagonistas antes de conocer el documento final. Estas declaraciones del cardenal Marx son importantes y las refiere Salvatore Cernuzio en Vaticaninsider. IV.
Marx: no es un Sínodo sobre la homosexualidad; locura no dar más espacio a las mujeres
«Estoy sorprendido de que siempre me hagan las mismas preguntas, como si estos temas fueran el centro del mensaje de Jesús», dijo Marx. Como queriendo recomendar a los periodistas que evitaran encender mechas precisamente ahora que está por concluir el Sínodo sobre los jóvenes (con pocas polémicas, sobre todo si se compara con los últimos dos sobre la familia), y que no encasillaran todo el trabajo que se ha hecho en estas tres semanas en esquemas prefabricados, el purpurado alemán precisó con fuerza: «La homosexualidad no es el centro del Sínodo», porque «no es un Sínodo sobre la homosexualidad, sino sobre los jóvenes», sobre «cómo la Iglesia acompaña a los jóvenes, mostrándoles el camino para encontrar a Jesucristo». Porque, «si no acompañamos a los jóvenes y no nos encaminamos juntos, la Iglesia ha perdido un gran campo de juego de su evangelización».
Esta idea de conjunto contiene, por supuesto, el tema del acompañamiento de las personas atraídas por otras del mismo sexo. Pero este no es el punto, dijo Marx: «Debemos tener cuidado para que el tema de la sexualidad no sea instrumentalizado para una batalla ideológica».
Es mejor que se queden afuera del Aula sinodal los diferentes grupos de poder (y el cardenal utilizó precisamente el término “lobby”), tanto los que están a favor como los que están en contra de la homosexualidad en la Iglesia. «Hay grupos de ambas partes. Hay también otros que tratan de evitar algo», afirmó el prelado, pero la Iglesia no debe plegar su acción, porque pretende «ponerse en escucha» de los jóvenes y «usar un lenguaje comprensible para todos», con el objetivo de que no se malinterprete. En cada una de las Iglesias particulares «hay que encontrar la forma adecuada para cada cultura», sin querer por ello «homologar las diferentes culturas» ni «suscitar «discusiones ideológicas».
También monseñor Andrew Nkea Fuanya, obispo de Mamfe (Camerún) expresó con las mismas ideas que «yo no votaría un artículo [del documento final, ndr.] que contuviera la palabra LGBT, no lo entenderían mis fieles», dijo. «Si voy a mi diócesis y digo que el Sínodo decidió crear un cuidado pastoral para los LGBT, el 99,99% de mis fieles me preguntaría: “¿qué es?”».
A final de cuentas, la clave de lectura la ofreció el mismo Papa Francisco con un “tuit” publicado en su famosa cuenta @Pontifex_es: «Este Sínodo quiere ser signo de la Iglesia que se pone verdaderamente a la escucha y que no tiene siempre una respuesta prefabricada ya lista.Lo mismo vale para otra de las cuestiones más o menos “candentes” del Sínodo de este 2018: la poca influencia de las mujeres en la Iglesia, debido a la tenue presencia femenina en el Aula de las discusiones y sin contar con derecho a voto. Al respecto se necesitaría no una respuesta preconfeccionada, sino una reflexión muy profunda. «Es una pregunta impelente, ¡desde hace sesenta años! Ya Juan XXIII decía que las mujeres están en el mismo nivel que los hombres, y esto implica una mayor participación de las mujeres en la vida de la Iglesia, incluso en roles de responsabilidad y de toma de decisiones», expresó Marx.
«¿Por qué dudar en progresar? No lo comprendo», exclamó el presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania. «Hace cincuenta años se amonestaba a los obispos si involucraban a las mujeres en el cuidado pastoral, pero ahora ya no es así. En Alemania, por ejemplo, en 11 diócesis de 27, mujeres se ocupan de dirigir el cuidado pastoral. En mi diócesis, de siete u ocho mujeres que tienen la responsabilidad de los diferentes sectores pastorales, cuatro están en una posición cupular… Seríamos tontos si no las involucráramos, perderíamos a muchas mujeres y tendrían razón al irse».
Hay que progresar «hoy, no mañana»: «No hay que hacer que se crea que en la Iglesia queremos mantener el poder solo en manos de los hombres. Necesitamos la participación de las mujeres, no simbólica, sino en los procesos de toma de decisión de la Iglesia. ¡Es inconcebible de otra manera!», dijo el arzobispo. «La “ratio sacertodalis” —insistió Marx— es un punto de referencia imprescindible, pero esto no significa que las mujeres no puedan tener voz».
Esta sería, según el purpurado, también una manera para evitar ciertos «abusos de poder» en el clero. Los mismos escándalos sexuales, indicó, «son un abuso de poder»; la Iglesia debe lugar contra ellos «cambiando las estructuras involucrando a todos», derrotando el «clericalismo, que se verifica cuando un grupo siente que tiene el predominio sobre los demás e impone a los demás cómo comportarse».