Seguramente nos hemos preguntado: ¿Qué dice la Iglesia italiana de Salvini? He aquí una excepción de un obispo jubilad, Rafael Nogaro. Y en España, ¿cuántos obispos se deberían aplicarse el cuento respecto a lo que destila VOX? Lean, por favor. AD.
Estoy muy triste por lo que está sucediendo en estos últimos meses en Italia. Un político se permite mostrar el Evangelio y el rosario durante la campaña electoral para obtener consenso y presentarse como católico y casi nadie en la Iglesia italiana reacciona. Luego, obsesivamente, hay eslóganes que señalan a los migrantes como un peligro nacional para los italianos y que difunden consignas ofensivas a los seres humanos, y por lo tanto antievangélicas: “primero los italianos”, “se acabó la paciencia”, “migrantes en crucero”, “migrantes de vacaciones”, “migrantes criminales”, “limpieza controlada”, palabras vulgares, falsas y deseducadoras que generan en los italianos sentimientos de miedo y repulsión y que contribuyen a sacar y multiplicar un cohete latente del que no nos dimos cuenta a tiempo y que hoy es una emergencia estructural y absoluta de incalculable gravedad.
La prueba es que muchos italianos son ahora racistas y al mismo tiempo frecuentan nuestras iglesias, los sacramentos, nuestras asociaciones, nuestros actos pastorales, haciendo que su presunta fe, devociones y rituales coexistan con formas de rechazo y a veces de odio hacia los seres humanos creados por Dios como nosotros y ante los cuales las condiciones de empobrecimiento y muerte, de las que todos somos corresponsables, tienen el imperativo de convertirse en migrantes. Pero aún más grave es el hecho de que muchos católicos (ciertamente con loables excepciones) y la Iglesia italiana en su conjunto no reaccionan a la escasez de humanidad que constituye la criminalización de los seres humanos sobre la base del pasaporte que poseen y a la trata de seres humanos de la que son víctimas miles de mujeres y menores en Italia.
El reciente “decreto de seguridad”, votado con audacia e irresponsabilidad por la mayoría del Parlamento italiano, ya ha arrojado a la calle a familias enteras con niños pequeños, en pleno invierno, ha llevado a la futura cancelación de los permisos de residencia por razones humanitarias y al cierre de los centros de acogida. Estos son crímenes que quienes buscan inspirar sus vidas al Evangelio no pueden tolerar.
¡No podemos permanecer indefensos ante la abominación de la frase: “en Italia los puertos están cerrados“! Y hoy tenemos dos barcos en mar abierto con gente pobre a bordo durante semanas, que han sobrevivido a la tortura y a los interminables viajes, a quienes prohibimos el desembarco, como desgraciadamente ya ha ocurrido en los últimos meses. ¡Son decisiones que violan la ley del mar, la de los hombres, pero sobre todo la ley de Dios a la que debemos ser fieles! No podemos callar, ni permanecer indiferentes, ni convertirnos en cómplices de esta antihumanidad, de esta laceración y de este insulto a la vida humana realizado con la arrogante pretensión de ser buenos cristianos y defensores de la fe.
Escriben en los carteles que invaden nuestras ciudades que quieren defender las tradiciones católicas y por lo tanto defender los belenes. Por supuesto que se refieren a una cuna rodeada de hermosas figuras de barro: ¡cuánta hipocresía! Porque el verdadero pesebre está hecho de seres humanos y el niño Jesús no está hecho de madera, yeso o porcelana, sino de carne humana fría y hambrienta, esa misma carne creada por Dios y esa misma carne del verdadero niño Jesús, de su auténtica encarnación y encarnación en los naufragios de hoy, ante los cuales –después de suntuosas liturgias templarias– aceptamos con indiferencia que alguien diga: “los puertos están cerrados”. Otro dice de forma irresponsable: “desembarcaremos tantas mujeres y niños como podamos” como si pudiéramos aceptar que las familias se rompan o que esté justificado volver a mantener a los hombres en el mar.
Pido a la Iglesia italiana, insto a la Iglesia italiana que no se quede indiferente, que no se deje capturar por los cálculos humanos y diplomáticos, que no juzgue sobre sobre lo que parece “oportuno” hacer o no. Porque defender a los hombres y a las mujeres es siempre oportuno, siempre es necesario y obligatorio. El Evangelio requiere que captemos la verdad y la verdad es el hombre que está en necesidad, en el dolor, en la desesperación. La verdad es el hombre que ciertamente se ahogará sin nuestro compromiso y nuestra palabra. Necesitamos una palabra de verdad que restaure la esperanza, pero también una acción directa de acogida que abra iglesias, conventos, monasterios, rectorales, parroquias (sobre todo los muchos lugares sagrados vacíos, dejados sin fieles, esperando acoger a los crucificados de la tierra), una acción y un testimonio que libere los corazones y las mentes de esta contaminación de mentiras y odio. Pero también necesitamos una palabra de verdad que nos comprometa a oponernos al racismo y a educar a los jóvenes contra los estereotipos y los clichés, y una catequesis que ponga en su centro la aceptación y el respeto por la vida de todos sin distinción de nacionalidad, color, religión, porque Cristo vino para todos. l
Mons. Raffaele Nogaro. Obispo emérito de Caserta.
El artículo, publicado online por Adista el 7/1, se convirtió en el texto de una petición al cardenal Bassetti, presidente del CEI, lanzado en change.org.
Quizá hay otra pregunta que debemos hacer, ¿qué piensan los cristianos y los obispos de España sobre las propuestas de VOX y sobre los problemas de la emigración ?
Preguntado en la Sexta T.V. el actual presidente del gobierno de Andalucía manifestó que lo de expulsar o no, a los emigrantes que están en España, no era de su competencia sino de la del Gobierno de España; pero salvo error, creo que no manifestó opinión respecto a la política con los personas migrantes actualmente residentes en Andalucía, ni sus problemas , ni sus necesidades, ni su contribución al desarrollo andaluz..
Sí manifestó poner alfombra roja para la llegada de capital extranjero para , dijo, paliar el problema del paro en Andalucía y bajar impuestos.
La verdad es que este artículo es de gran interés porque en España, dice la prensa, ya se están notando los perniciosos efectos de la política migratoria italiana.
Uno de esos efectos, según acabo de leer, es el incremento de dificultades para la navegación de los barcos que colaboran con las O.N.G en el salvamento de personas que huyen de la guerra y de las terribles situaciones sociales de sus países de origen en el Mediterráneo.