Alberto Revuelta fue de joven vicepresidente nacional de la JOC y Director de “Juventud Obrera”. Hoy sigue ejerciendo de abogado en los barrios más pobres de Sevilla. Y en este drámático día nos envía este texto, diciendo: Hecho pólvora por lo ocurrido, pero hay que hablar alto, un abrazo. Alberto
Cuando servidor era chico el hermano director entraba en clase a última hora del último día de septiembre para, después de habernos puestos en pie en señal de respeto, anunciar que el día uno de octubre, o sea al siguiente al que hablaba, no había clase porque era el día del Caudillo, o sea de Su Excelencia el Jefe del Estado, a la sazón don Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco y Bahamonde. Por la gracia de Dios.
Miguel Herrero y Rodriguez de Miñón padre conscripto de la Constitución de 1978, afirmó en aquellas discusiones interminables: “¿Qué es una nación? Una nación”, respondía, “es, ante y sobre todo, la voluntad de vivir juntos; pero vivir juntos voluntariamente exige antes estar cómodos para convivir. Por eso la nación es un orden de convivencia en libertad. En los imperios antiguos, como en las modernas dictaduras y Estados totalitarios, no existe una voluntad de vivir juntos; existe más bien una necesidad de vivir concentrados”. Le tomó la cita a Carlos Sánchez.
He visto hoy a guardias civiles equipados para irse a Irak a luchar contra el EI atacando a porrazos, patadas tirones de pelo y disparos de fusiles lanza balas de goma a indefensos ciudadanos desarmados que pretendían solo ejercer el único derecho político real de las democracias representativas. Votar. Los civiles robotizados de negro y verde al verlos recorrer por las calles de Gerona y Barcelona manu militari me han llevado en un terrible ministerio del tiempo a las calles de Madrid, de Cádiz, de La Línea en los años 1956, 1959, 1962, 1968, 1974, con la policía armada, los grises, y otros civiles con tricornio corriendo detrás de mis amigos, de mis compañeros, de mí mismo, pegándonos con porras largas, con vergajos de cuero desde lo alto de caballos al galope de carga, o desalojándonos de iglesias, de facultades, de la calle, a patadas, con cañones de agua, o a tiros como los pistoleros falangistas hicieron en la calle de San Bernardo frente a la Universidad Central el nueve de febrero de 1957.
Entonces los mandaban contra nosotros gobernantes franquistas muchos de ellos militares, gentes del Movimiento Nacional, arribistas de tres al cuarto, sádicos con camisa azul en un régimen totalitario y dictatorial. Hoy los ha mandado contra los ciudadanos de Barcelona y de Gerona un mediocre juez devenido en fracasado alcalde de Sevilla, estulto ascendido a ministro del gobierno de España incapaz de prever que la fuerza se ejerce siempre que se puede por quien tiene ocasión de hacerlo. Y detrás de él un registrador de la propiedad, otro funcionario metido a político, que considera que los ciudadanos no tienen poder porque el Estado de derecho es él como el Rey Sol, y la abogada del Estado que hace de vicepresidenta de su gobierno y pretende dar lecciones de derecho constitucional a todo el que se le pone a tiro.
El gobierno de España ha perdido la razón y la vergüenza. Las porras y empellones de guardias civiles y policías nacionales han desnudado al emperador. El mayor Trapero tenía razón aunque lo procese alguna magistrada sin nombre, por desobediencia. La proporcionalidad ha brillado por su ausencia en la mente del ministro del Interior, en el supuesto de que dicho personaje haya tenido alguna vez sindéresis.
En 1959 el presidente de la JOC, José Antonio Alzola, vasco de Rentería, y su vicepresidente, un servidor, fuimos invitados por la JOC catalana -muy enfrentada y distanciada con la española- a asistir a su consejo anual en Montserrat. Alzola, malogrado por un cancer de pulmón de fumador empedernido, me enseñó cómo comportarse en situaciones difíciles: preparamos las dos intervenciones en castellano y las hicimos traducir al catalán, nos las aprendimos de memoria, aprendimos un mínimo vocabulario para contestar, fuimos a Barcelona unos días antes para conocer y estar con los militantes y responsables que participarían el el consejo. Nos hospedó un responsable diocesano, Murcia, que vivía en La Bomba, uno de los barrios más desamparados de l’Hospitalet, muy cerca de la capital catalana. Ensayamos sardanas y cantamos el Virolay. El consejo se celebró, nosotros intervinimos, se pactó la coordinación entre la JOC catalana y la central española. Hicimos muchos y buenos amigos con alguno de los cuales aún tengo relación.
Tan difícil era que Rodriguez Zapatero y Rajoy hubieran hecho a tiempo lo que Alzola sabía cincuenta años antes, con 23 años, yo tenía 18, y en una situación tensa que había que superar?. La mediocridad de los responsables politicos del Estado y de la Generalitat nos ha llevado a la dolorosa situación que hemos visto hoy. Un choque de trenes programado y con beneficiarios por ambas partes. Los ciudadanos, como ocurre a menudo, hemos sido las víctimas del descarrilamiento.
Melenchon a quien se le va el pistón con frecuencia ha dicho el sábado día 23 de septiembre en una manifestación organizada por la France insoumise: “C’est la rue qui a abattu les rois, c’est la rue qui a abattu les nazis…….”. Que la calle abatió a los nazis es muy dudoso, pero debe hacernos recordar lo que escriben Murray y Millet en “La guerra que había que ganar”: “Al final lo que es seguro es que la Ofensiva Combinada de Bombardeo fue esencial para la derrota de la Alemania nazi. No fue elegante, no fue humanitaria, pero fue eficaz”. Lo que si es cierto es que la calle abatió a los reyes.
Me meto a profeta y digo:
La República no se restauró en España. con la Constitución del 78.
Pero lo ocurrido hoy. Es un suceso, que causará una turbulencia social, en toda la nación española. Y por fin podremos hacer las cosas bien. Romper, por Dios. Romper, con el franquismo, y de paso con la monarquia. Y constituir la Republica Federal de España.
Entonces poco a poco. Nos desaparecerá la nausea.