Una Declaración que engendra confusión

No se trata de sensacionalismo eclesiástico. Es un momento sin precedentes en la Iglesia Católica. Mientras el papa calla, cardenales discuten sobre presuntos tiempos del Anticristo o nuevos Luteros. Publicamos hoy la declaración del card. Walter Kasper, ex presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, publicada el 10 de febrero por el portal alemán katholisch.de, sobre la Declaración de Fe del card. Müller. La traducción del alemán es nuestra.IV.

Gerhard Müller contiene muchas declaraciones de fe, que cada católico recto puede aprobar con todo su corazón. Algunas de las declaraciones también serán compartidas cordialmente por muchos cristianos protestantes. Es bueno recordar estas verdades fundamentales, para que en los debates aparentemente más importantes de la actualidad no se pierdan. Y hasta ahora, todo bien.

No es bueno, sin embargo, que algunas verdades sean expuestas con tanta prominencia que la otra mitad esté oculta. Sólo un ejemplo: es indudablemente cierto que la confesión única y trinitaria de Dios significa una diferencia fundamental en la creencia en Dios y en la imagen del hombre en comparación con otras religiones. Pero, ¿no hay similitudes en la fe en el Dios único, especialmente con los judíos y los musulmanes? ¿Y no son estas similitudes fundamentales para la paz en el mundo y en la sociedad de hoy? La mitad de la verdad no es verdad católica!

En otros lugares hay afirmaciones generales que no pueden ponerse de pie, como cuando se dice que la conciencia de los fieles no está bien formada. Esta frase en forma tan genérica es ofensiva para muchos creyentes. ¿Y qué dirán muchos cuando piensen en sacerdotes acusados de violencia? ¿Está su conciencia adecuadamente formada? ¿Qué deben sentir las víctimas de abusos cuando escuchan una frase expresada de manera indiferenciada mientras “el sacerdote continúa la obra de salvación en la tierra”? Pero es la distinción correcta para hacer como teólogo!

En otros pasajes no es un manifiesto de fe, sino un manifiesto de convicciones teológicas privadas que no puede ser universalmente vinculante. Un ejemplo: sobre la afirmación de que los cristianos divorciados que se han vuelto a casar civilmente y los no católicos no pueden recibir la Eucaristía de manera fructífera, el Manifiesto invoca el n. 1457 del Catecismo de la Iglesia Católica.

Lo he comprobado dos veces y no he encontrado esa frase. No conozco ninguna otra declaración dogmáticamente vinculante en la que la frase se encuentre en esta forma. Por cierto, el Manifiesto habla de divorciados que se han vuelto a casar y cuyo primer matrimonio sigue siendo válido “ante Dios”. Por lo tanto, él evidentemente asume que también hay algunos cuyo primer matrimonio no es válido ante Dios. ¿Quién puede decidir esto y qué se debe hacer en ese caso?

Para la disciplina eclesiástica del celibato hay también una llamada al Catecismo, n. 1579. Pero desafortunadamente inexacto. Existe la palabra “normalmente”, que en el Manifiesto se suprime. En la Iglesia católica hay, de hecho, sacerdotes casados: en las Iglesias orientales en comunión con Roma, antiguos protestantes o -como recientemente ordenó el Papa Benedicto XVI- pastores que antes eran anglicanos. Aunque estoy personalmente convencido de que el significado del celibato libremente elegido debe ser repensado de nuevo y más profundamente, al menos la discusión del viri probati no puede ser prohibida.

Me quedé totalmente horrorizado cuando leí sobre el “engaño del Anticristo”, hacia el final del Manifiesto. Es un recordatorio casi literal del argumento de Martín Lutero. Lutero también criticó con razón muchas cosas en la Iglesia. Pero la acusación del Anticristo fue -como reconocen hoy nuestros socios en el diálogo luterano- incluso entonces inapropiada. Detrás del Manifiesto, entonces, hay un Lutero reviviente? ¿Alguien que defiende con razón las reformas en la Iglesia, pero que quiere implementarlas más allá y contra el Papa? No quiero creerlo, porque sólo puede llevar a la confusión y a la división. Eso perturbaría a la Iglesia Católica.

2 thoughts on “Una Declaración que engendra confusión

  1. Javier Almela 2:01 pm 4 Mar,2019

    Hay que admitir que la Declaración de Müller empieza con una afirmación que a mí me parece verificable: la creciente confusión en la enseñanza de la doctrina de la fe. Prueba de ello, las citas del Catecismo de la Iglesia Católica en que Müller se basa y que muchos de nosotros preferimos ignorar. Incluso Kasper, rara avis en el colegio cardenalicio por su simpatía y normalidad –sin que ello excluya una gran densidad teológica que pude apreciar en Jesús, el Cristo, único de sus libros que he leído– parece próximo a esa postura cuando habla de convicciones teológicas privadas que no pueden ser universalmente vinculantes. Digo esto porque los fieles católicos normales, o sea carentes de todos esos títulos que Jesús rechazaba, pensamos que si hay un Catecismo será por algo y para algo. Si para oponerse a ciertas actitudes que se derivan de lo que dice el Catecismo hay que hacer profundos análisis del dogma (que es algo así como el Tribual Constitucional del Catecismo) será difícil evitar la confusión. Y de eso se van a aprovechar siempre los que se atienen a la letra de la ley.

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  2. Gonzalo Haya Prats 5:12 pm 2 Mar,2019

    Para un comentario legítimo y ponderado sobre esta “Declaración de Fe” del cardenal Müller ya esta el del cardenal Kasper. Un laico, o “reducido al estado laical” puede hacer un comentario más deshinibido. En primer lugar creo que resulta pretendidamente engañoso el que un cardenal, conocido hasta hace poco como Prefecto de la Congregación de la fe”, titule como “Declaración de fe” lo que es su interpretación, y más aún contra el Papa actual. Pero yendo más al fondo me imagino la sorpresa que se llevarían Marcos, Mateo, o Lucas, al leer esta “Declaración de fe”. Qué diría el mismo Jesús, que ponderó la fe de la mujer sirofenicia, y la del centurión romano por encima de la de sus paisanos israelitas (supongo que incluidos sus propios discípulos). Y qué fe predicaría el geraseno, al que Jesús envió, sin más preparación, a anunciar a su pueblo las maravillas que Dios había realizado en él. Claro que hay que tener en cuenta que Jesús murió siendo judío. Hay que plantearse a fondo en qué consiste nuestra fe.

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