Memoria y esperanza: 50 años de pensamiento comprometido

Memoria y esperanza: 50 años de pensamiento comprometido

I264-00-PORTADAglesia Viva cumple cincuenta años

Este número conmemorativo del cincuentenario de Iglesia Viva, podría haber sido el último, el broche de oro de toda una apasionante aventura. Hace dos años, la fragilidad económica e institucional de la revista, unida a la edad avanzada de quienes soportábamos la mayor parte del trabajo de redacción, hizo que nos planteáramos esta fecha como un posible término de una historia, haciendo una cumplida memoria de ella. “Hay un tiempo señalado para todo… tiempo de nacer y tiempo de morir”, nos recuerda Cohélet.
Sin embargo, frente a ese planteamiento que parecía realista, surgió en el mismo seno del Consejo de Dirección una reacción opuesta, que al principio parecía tan utópica como el propósito anunciado por el nuevo papa Francisco de reformar la curia y la Iglesia, según el auténtico evangelio de Jesús y el Espíritu que había soplado en el Vaticano II.
En estos dos últimos años se ha realizado un trabajo de renovación interna de la revista: personas más jóvenes, digitalización, presencia dinámica en Internet, nuevos estatutos de la Asociación. Esto ha permitido que hoy no presentemos este número sobre los 50 años como una memoria final, sino como una llamada a la esperanza. Otra Iglesia viva es posible. Sin dejar de hacer una memoria retrospectiva, todos los artículos de este número miran al futuro, a una nueva etapa, al cambio, a la esperanza.
La revisión de todo lo publicado en Iglesia Viva a lo largo de estos 50 años no se hace con intención autorreferencial o apologética, pues no han faltado críticas a nuestra línea, sino como una invitación a los lectores para que ellos exploren mejor el gran legado que contienen esos textos, que, por otra parte, están hoy fácilmente accesibles en nuestra página web.
A partir de ese legado de fidelidad al espíritu del Vaticano II, en las duras y en las maduras, adquiere sentido la esperanzadora convocatoria a seguir el camino que ahora debemos emprender juntos: aplicar el mismo espíritu fundacional a los problemas y temas de nuestro tiempo, profundizando muy reflexivamente en lo que, desde su alto magisterio, hace el papa Francisco. No queremos seguirlo acríticamente, pero sintonizamos plenamente con él, lo mismo que sintonizamos entonces con el Concilio. Sucedió lo esperado, que acrecentó nuestra esperanza.
Tras una breve evocación histórica a cómo fue el nacimiento de la revista Iglesia Viva y cómo trascurrieron sus diferentes etapas (Antonio DUATO), los siguientes Estudios, todos escritos por miembros del Consejo de Dirección, afrontan ese legado y ese futuro de la revista desde cuatro diversas realidades de la sociedad y la Iglesia.
Joaquín GARCÍA ROCA expone cómo ha ido evolucionando la cultura de nuestra sociedad en estos cincuenta años, cómo hemos ido preocupándonos de estos cambios y, sobre todo, qué estrategias está mostrando Francisco para liderar una nueva cultura de diálogo, solidaridad concreta y paz en la nueva etapa global.
De cómo durante cincuenta años nos ha preocupado encontrar un modelo de organización de la Iglesia que corresponda a su ser sacramento transparente de Dios Amor y Misericordia, habla Joaquín PEREA, quien señala los puntos en que es imprescindible una reforma eclesial. Sobre esto mismo acaba el autor de publicar un libro en PPC que es recensionado en este mismo número.
¿Cómo Iglesia Viva ha hecho teología en el pasado y cómo debe ser la teología cristiana del futuro, para que recupere credibilidad e ilumine la verdadera fe? Responde el estudio de Bernardo PÉREZ ANDREO que apunta hacia una teología de la ternura.
Finalmente, Demetrio VELASCO ha hecho un largo recorrido de cómo Iglesia Viva ha tomado en consideración críticamente las cambiantes circunstancias políticas, iluminando lo que ha de ser un compromiso cristiano en la comunidad política que se inspire en la fe cristiana pero que deje libertad de opciones a los católicos.
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Jon SOBRINO aporta a este número una autorizada historia de cómo el Pacto de las catacumbas, firmado al concluir el Concilio, fructificó en Latinoamérica desde Medellín a Aparecida.
El teólogo Giuseppe Ruggieri nos ha enviado para este número un texto espléndido sobre las reformas de Francisco, destacando la importancia de lo que ya ha conseguido: volver a colocar en el centro mismo de la Iglesia el evangelio de Jesús. Y completan la sección de Signos de los Tiempos Víctor M. MARÍ SÁEZ, recién consejero, que nos cuenta por qué le atrajo el nuevo proyecto de Iglesia Viva; Enric VILÀ, que una vez más nos habla del esfuerzo de los LGTB católicos por conseguir un puesto en la Iglesia y José Mª MONZÓ, que en este año ha hecho pleno al elegir las películas que tan bien nos presenta, pues coinciden con las mejores películas humanistas según el ránking de los expertos.
Cumplimos en este número el compromiso adquirido en el anterior de continuar el A DEBATE sobre el proceso catalán, con una aportación, muy diferente a la anterior, de un suscriptor y colaborador catalán de la revista, Ramón ROSAL.
Y, por fin, hay que destacar la Página Abierta que esta vez hemos reservado para quien consideramos el verdadero artífice de esta manera de ser Iglesia Viva mantenida a lo largo de su historia, siempre fiel al Evangelio del Reino y siempre atenta a las voces del umbral y a los Signos de los tiempos: Rafael BELDA DARDIÑÁ. A él y a todos los que nos han apoyado con artículos, suscripciones y donativos extra, dedicamos este número.
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El color dorado viejo que domina en la portada de este número no solo es una evocación a los 50 años –Bodas de oro– sino un recuerdo del diseño que Maximino Cerezo elaboró para el primer número de la revista, cuando aún no era, el gran artista del cristianismo del pueblo que es hoy.
Hoy también estamos trabajando en el diseño que tendrá la revista que emprenderá la nueva singladura a partir del próximo número. En la nueva página web www.iviva.org pueden verse algunos elementos técnicos y de diseño con que pretendemos adentrarnos en nuevos nichos de lectores, sin abandonar a quienes prefieren el formato trimestral en papel. El próximo número lo está coordinando Teresa Forcades sobre una Iglesia sin misoginia. Seguirán otros sobre la crisis ecológica, el clericalismo persistente, y los problemas del islam. ¿Nos queréis acompañar?

INVITACIÓN A PARTICIPAR EN EL PROYECTO IGLESIA VIVA

Como se dice en la presentación de este número, el éxito de la nueva etapa está en vuestras manos. Solo con una mayor implicación de los suscriptores y amigos de la revista el proyecto saldrá adelante. En el conjunto de este número se explica cuáles son sus objetivos: recoger el legado de los 50 años, para apoyar hoy las reformas que ha reemprendido el papa Francisco y reavivar en la iglesia y la sociedad lo mejor del espíritu del Evangelio de Jesús y del Vaticano II.
Hace poco hacíamos una petición de ayuda urgente para salvar el ejercicio de 2015. Nos llegaron 7.300 € para tapar casi todo el agujero de la subvención ministerial denegada. Esto nos anima a buscar ahora una solución definitiva a la fragilidad económica, para poder así emprender nuevas acciones que mejoren la comunicación.
La Asociación cultural Iglesia Viva, entidad sin fines de lucro, es la titular de la revista. Esperamos que pronto sea reconocida su utilidad pública. Hasta ahora la integraban solo los miembros del Consejo de Dirección. En los nuevos estatutos se prevé la entrada de socios protectores: personas individuales, colectivos, instituciones o empresas. Serán admitidos quienes se comprometan a aportar trabajo importante de voluntariado o una cuota de unos 50 € al mes. También quien haga una legado especial al fondo social de la asociación. Estos socios protectores, dispondrán de varias suscripciones gratuitas a quienes indiquen, tendrán voz y voto en las asambleas y, si les interesa, podrán constar como patrocinadores de las actividades de la asociación.
Así que, para el sostenimiento del proyecto ambicioso de Iglesia Viva, señalamos ya diversas acciones que te invitamos a hacer hoy mismo, si es que este número te ha convencido:

– Envía un correo electrónico a sus@iviva.org, si no has recibido hace poco el aviso de que el nº 264 estaba en la web. ¡Imprescindible!
– Suscríbete, si no lo estás todavía, o invita a otra persona a suscribirse. Para ello, entra en “Regístrate” de www.iviva.org.
– Hazte socio protector de la Asociación Iglesia Viva. O envíanos referencias de alguna persona o entidad a quien crees que podría interesar nuestra invitación. Sobre ello y sobre cualquier otra duda o sugerencia, escribe directamente a nuestro correo iviva@iviva.org.

Estoy personalmente a tu disposición en el 34-963 622 532.
¡Vamos adelante en la nueva época!
Antonio Duato. Secretario y gestor de Iglesia Viva.

«El sistema fiscal tiene que ser mucho más progresivo»

«El sistema fiscal tiene que ser mucho más progresivo»

SebasEn una entrevista de nuestro consejero Sebastián Mora, que recoge Desde la Terraza, el blog de Caritas en Valencia, dice cosas mu serias sobre la desigualdad económica y la pobreza que crece en España.

Antes de las elecciones, Cáritas presentó a los partidos una lista con diez propuestas. La acogida, en algunos casos, fue muy favorable, asegura Sebastián Mora. En temas como la inmigración o la cooperación internacional, la respuesta fue más fría

España es el país de la OCDE donde más aumentó la desigualdad en 2015, según el informe que acaba de presentar Intermón Oxfam. El 1 % de la población concentra tanta riqueza como el 80 % con menores ingresos, y la tendencia va en aumento. ¿A qué lo atribuye?

La desigualdad ha crecido en todos los países. Esto se debe a un sistema económico que genera inequidad. Siempre hemos dicho desde Cáritas que nuestro modelo económico genera crecimiento, pero no equidad, y de ahí el grito del Papa contra «esa economía que mata». Es un tema estructural, no anecdótico. El impacto en España puede ser mayor que en otros países, pero es un problema del modelo económico. En primer lugar, tenemos que darnos cuenta de que esa inequidad es mala, porque no todo el mundo lo entiende así.

Se habla de otra reforma laboral. ¿Qué le pediría Cáritas al nuevo Congreso de los Diputados?

Lo primero, que tenga en cuenta a las personas que están absolutamente excluidas del mercado laboral. Yo creo que hay que hacer una defensa radical de esas personas que ni siquiera llegan a tener un trabajo precario. En segundo lugar, hay que salvaguardar los ingresos básicos de las familias. No basta con generar trabajo, debe haber un salario justo que permita vivir con un mínimo de dignidad. Nosotros entendemos que se podrían introducir medidas correctoras en los salarios. Y en tercer lugar, hay que contrarrestar tanta incertidumbre. Una persona joven me decía hace poco algo que me rompió: «Cuando tú eras joven, el futuro era una promesa; para mí, el futuro es una amenaza». Eso no nos lo podemos permitir.

¿Y qué reforma fiscal propondría Cáritas?

El sistema fiscal tiene que ser mucho más progresivo, mucho más redistributivo, y es necesario perseguir el fraude –que no está en las personas físicas, sino en las grandes corporaciones– y penalizar todos esos paraísos fiscales y esas fórmulas jurídicas que, en definitiva, están haciendo que los trabajadores coticemos veinte puntos más que, por ejemplo, una SICAV (Sociedad de Inversión de Capital Variable).

Cáritas presentó una lista con diez propuestas a los partidos políticos antes de las elecciones. ¿Cuál fue la respuesta?

Esta ha sido la vez que mejor acogida hemos tenido por parte de todos los partidos. Han sido unas elecciones en las que las organizaciones sociales hemos podido participar más en la elaboración de los programas políticos. Hemos podido sentarnos y trabajar con ellos, no simplemente entregarles un papel.

¿Algún ejemplo?

La propuesta de la renta mínima para las personas en exclusión la hemos podido trabajar con el Partido Popular, con el PSOE, con Podemos, con Ciudadanos… Les hemos dado nuestro punto de vista, les hemos dado ideas, les hemos aportado análisis presupuestarios, metodología, y todo esto se ha plasmado en propuestas concretas en algunos partidos. Era una propuesta muy analizada y muy factible que tendría un impacto muy importante en las personas más empobrecidas. La puesta en práctica será después más o menos amplia, pero sí hemos podido ver que existe una conciencia generalizada de que no es posible seguir viviendo con las magnitudes de exclusión y de pobreza que tenemos hoy en España.

Las propuestas que tenían relación con la cooperación internacional o con la inmigración, sin embargo, han tenido mucho peor acogida. En la campaña se ha hablado poco de política exterior, y la inmigración se ha planteado en términos de terrorismo, de peligro, de dificultades, nunca de oportunidades o de justicia.

¿Cuáles serían las prioridades de Cáritas con respecto al próximo Gobierno?

Yo creo que, en estos momentos, lo primero que pediría Cáritas es que haya Gobierno, una petición que es más profunda de lo que parece. Porque podemos entrar en un entramado de lucha de poder olvidando que el poder está al servicio del bien común y no de unas siglas políticas, sean cuales sean. En segundo lugar, a un Gobierno le pediríamos, como Iglesia, que haya una potenciación de la libertad religiosa, porque creemos que la crisis que hemos soportado no es solamente una crisis económica, sino también de valores, y creemos que las distintas tradiciones religiosas tienen mucho que aportar a esa crisis de valores. Y en tercer lugar, le pediríamos que su primera prioridad sean los pobres. No nos podemos permitir vivir en una sociedad que no cuide al más frágil.

¿Qué preferencias de pactos tiene Cáritas?

Le voy a contestar no por ser políticamente correcto, si no por convicción, que Cáritas, como Iglesia, no hace ninguna opción por unas siglas políticas, sino que su opción son los más pobres.

Ricardo Benjumea

Sin misericordia, con buena conciencia

Sin misericordia, con buena conciencia

  Castillo      Es un hecho que ahora mismo hay en el mundo miles y millones de cristianos, que no tenemos la misericordia que nos pide el Evangelio y nos demanda el papa Francisco, como es igualmente un hecho que quienes vivimos sin la debida misericordia –ante tanta violencia y tanto sufrimiento (baste pensar en el angustioso problema de los refugiados)– dormimos cada noche tan tranquilos y con buena conciencia.

        ¿Cómo y por qué tranquilizamos (tanto y tan fácilmente) nuestra conciencia? Por supuesto, tenemos que recordar lo que comporta la fragilidad y la incoherencia que, de una manera o de otra, todos arrastramos. Pero a mí me parece que, en este asunto concreto, no queda todo explicado echando mano de nuestra incoherencia moral. No tenemos más misericordia porque no tenemos más generosidad. Esto es evidente.

        Pero ocurre que, además de nuestra debilidad humana, tenemos una debilidad teológica que (a mi manera de ver) resulta decisiva en este asunto. ¿En qué consiste esta “debilidad teológica”? Lo digo en pocas palabras: el Dios de los evangelios no coincide con el Dios del apóstol Pablo. Se trata, en efecto, de dos “representaciones” de Dios, que son diferentes precisamente en este punto concreto de la misericordia.

        En efecto, el Dios de los evangelios es el Dios que “quiere misericordia y no sacrificio” (Mt 9, 13; 12, 7; cf. Os 6, 6). Sin embargo, el Dios del que habla Pablo es el Dios de Abrahán (Gal 3, 16-21; Rom 4, 2-20). Ahora bien, esto significa que el Dios, que nos presenta Jesús, quiere sobre todo misericordia, no quiere sacrificio y muerte (en eso consisten los “sacrificios” rituales). Por el contrario, el Dios de Abrahán es el Dios que lo primero que impuso al patriarca bíblico fue sacrificar a su hijo Isaac en un altar (Gen 22, 1-2). Esto supuesto, el drama contradictorio, que vive y enseña la teología cristiana, consiste en que teneos que creer en el Dios de Jesús y en el Dios de Pablo (que es el Dios de Abrahán). ¿Y qué consecuencia se sigue de todo esto? Sin más remedio, se sigue la ambigüedad en que vivimos la teología y la espiritualidad que se nos enseña. Me refiero a la ambigüedad que consiste en que, para algunos, lo que importa es practicar sumisamente los sacrificios y los rituales que impone la religión. Mientras que, para otros, lo primero es tener misericordia, buenas entrañas y solidaridad con los que sufren.

        Sencillamente, el cristianismo de Pablo nos tranquiliza la conciencia, si cumplimos con la religión. Mientras que el cristianismo de Jesús solamente nos tranquiliza la conciencia, si damos la cara por los refugiados, los que pasan hambre, los enfermos, los que sufren. ¿Queda claro por qué somos tantos los cristianos que “sin misericordia vivimos con buena conciencia?