¿Pueden hacer política las monjas Caram y Forcades?

¿Pueden hacer política las monjas Caram y Forcades?

IV-minilogo

El mediatismo de dos monjas españolas de clausura ha vuelto a plantear a la opinión pública un tema sobre el que Iglesia Viva publicó su número 260 sobre Dimensión social y política de la vida monástica. Precisamente en un artículo de Carlos García de Andoin publicado en él -Política desde el Monasterio-, se basa el periodista PEDRO ONTOSO  para hacer el sensato discernimiento que hacía ayer en El Correo

Los miembros de las órdenes religiosas pueden meterse en política? ¿Pueden hacer política sin quitarse el hábito? ¿Pueden identificarse con una ideología concreta, con unas siglas, y hacerlo público? Cuando san Romero de América defendía a los oprimidos y fustigaba a la oligarquía ¿hacía política? Cuando los obispos vascos criticaban la ley de partidos ¿hacían política? Cuando los cardenales Rouco y Cañizares defendían la unidad de España como un bien moral ¿hacían política? Estas y otras muchas preguntas han surgido a propósito de la llamada al orden del Vaticano a la monja Lucía Caram por su activismo político, y la decisión de la monja Teresa Forcades de exclaustrarse para presentarse como candidata a presidir la Generalitat. ¿Un proyecto político es más o menos cristiano porque viene avalado por una autoridad religiosa?

A lo mejor, el problema de fondo es la posición ‘política’ de la Iglesia catalana, dirigida por obispos conservadores en cuanto al magisterio eclesial, pero muy catalanistas, e incluso nacionalistas, en asuntos de identidad. El órdago soberanista de Artur Mas, que caló de manera profunda en la sociedad catalana, movilizó apoyos en el entorno eclesial –muy influyente todavía–, lo que alarmó al Gobierno del PP. Coincide, además, con los movimientos para relevar a Martínez Sistach como arzobispo de Barcelona y cabeza visible de la Iglesia de Cataluña. Los enviados del Ejecutivo de Rajoy han competido en Roma con los enviados de la Generalitat para hacer valer a sus propios candidatos, porque se trata de un nombramiento con lectura política.

Se han cumplido ahora cincuenta años de la famosa entrevista al abad Aureli M. Escarré en el diario ‘Le Monde’, en el que defendía la lengua catalana y criticaba la falta de libertad en el régimen franquista. El clérigo benedictino ofició la boda de Jordi Pujol en Montserrat, donde el líder político fundó Convergencia, también con las bendiciones del obispo Joan Carrera. Esa urdimbre entre el nacionalismo catalán y la dirección religiosa en la comunidad se ha mantenido. El nuncio (embajador) de la Santa Sede en España, Renzo Fratini, ya salió al paso de unas declaraciones del abad del monasterio, Josep María Soler, en las que sostenía que si los catalanes votaban a favor de la independencia, el Vaticano establecería nuevas relaciones diplomáticas con un hipotético Estado catalán.

Política desde los monasterios

Parece claro que muchos monasterios ostentan una significación política. ‘Iglesia Viva’ dedicó el año pasado un número monográfico a esta cuestión bajo el epígrafe ‘Dimensión social y política de la vida monástica’. Un rasgo político se deriva del vínculo a la tierra por siglos y siglos. «Este rasgo acaba convirtiendo a la comunidad monástica en icono de la identidad colectiva de un pueblo, una región o un país. Es el mismo hilo el que cose las sucesivas etapas de esas historias colectivas tejiendo su continuidad y confiriendo un relato de sentido. El monasterio se constituye en reserva espiritual de esa historia, ejerce una función de custodia, que en caso de necesidad puede tornarse en símbolo de resistencia de esa identidad sedimentada en el tiempo», escribe el profesor Carlos García de Andoin en la revista de pensamiento cristiano en un artículo titulado ‘Política desde los monasterios’.

Ejemplo de ello serían San Millán de la Cogolla, símbolo de lengua e hispanidad, o la abadía de Montserrat, templo de la catalanidad. En menor grado el convento franciscano de Arantzazu, identificado con la euskaldunidad.

El segundo rasgo político viene dado por el potencial simbólico de que un monasterio goza en la necesaria función social de legitimación de hegemonías. García de Andoin escribe que «aquello que el monje o la monja bendice parece quedar sustraído de la rivalidad política, del partidismo, pasando entonces del territorio de lo parcial al orden natural de ser de las cosas. De la parte al todo. Ese es precisamente el triunfo de la ideología, cuando ésta se transmuta en orden, esto es, en hegemonía», sostiene, citando a Ernesto Laclau, uno de los padres ideológicos de Podemos, del que han aprendido la teoría de los significantes vacíos. «Porque el éxito de la ideología es precisamente su autoocultación, lo que se produce cuando pasa del territorio de lo opinable al de lo plausible. La función de la ideología es precisamente la de naturalizar el orden social, esto es, borrar las huellas que cuestionan el sentido de certeza referido a la naturaleza de lo social», añade el experto en asuntos religiosos. En ‘La Vanguardia’, el analista Enric Juliana identifica el significante -el concepto acuñado por Laclau-­ con el hábito de las religiosas, que nunca van de civil.

La politización se da en monasterios muy singulares. Aznar eligió el austero almuerzo en silencio en Silos y la partida de mus en Quintanilla de Onésimo para comenzar cada año el curso político. «Raíces y tradición del pueblo castelllano, cuna de una nación», se lee en ‘Iglesia Viva’. La abadía de la Santa Cruz, ubicada en el Valle de los Caídos, también lleva su carga simbólica. Si en algún momento de la hegemonía nacional-católica pudo representar una función reconciliadora, la ubicación de la tumba de Franco en la basílica la convirtió en un lugar de memoria del dictador. El Gobierno del PSOE nombró una comisión de expertos para estudiar su futuro, pero faltó una actitud colaborativa por parte de la jerarquía española y de la propia comunidad benedictina. Rouco Varela la boicoteó, precisamente por la presencia del monje benedictino e historiador Hilari Raguer, autor del libro ‘Ser independentista no es pecado. La Iglesia y el nacionalismo catalán’.

El hábito hace al candidato

El ‘ora et labora’ se puede entender de muchas maneras. Sor Lucía Caram, monja dominica del monasterio de Santa Clara de Manresa, protagoniza un activismo político notorio y con mucho eco mediático. Y no oculta sus preferencias. Se declara enamorada de Artur Mas (CiU), hace campaña en favor de Trías y sacude de manera inmisericorde a Rajoy, al que ha llamado «incapaz». En realidad, la hermana Caram, que desarrolla una labor social y benéfica, critica la corrupción y defiende a las víctimas de los recortes. Incluso ante el mismo Papa.

Después de que la Nunciatura la llamara al orden para que volviera al claustro y a la vida contemplativa, la monja –nacida en Tucumán, Argentina– le ha escrito una carta a Francisco en la que le solicita que la deje seguir trabajando junto a los que sufren, al tiempo que denuncia al Gobierno del PP «que desoye las justas reivindicaciones de los ciudadanos». Lo curioso es que justo cuando el Papa ha exhortado al Capítulo General de la Orden de los Frailes Menores a mantener su identidad en el «mundo entero» como claustro, sor Lucía Caram ha reivindicado el carisma de los franciscanos: «Mi claustro es el mundo».

«Tomando partido por los pobres, busco consenso y pactos, alianzas con todos los sectores de la sociedad. Y me quieren silenciar porque dicen que eso es hacer política, cuando mi única política es la del Evangelio», le traslada al pontífice. Lo que especifica a renglón seguido –no en la carta al Papa, pero sí en declaraciones a EL CORREO– es que la política del PP no tiene nada que ver con el Evangelio. Y lo que no dice es que el Gobierno de Mas es uno de los que más recortes ha realizado. ¿Un pecadillo venial?

El caso de Teresa Forcades, miembro de la comunidad de benedictinas del monasterio de Sant Benet, en Monserrat, es distinto. La monja ha hecho campaña en favor de Ada Colau porque su plataforma, Procés Constituent, forma parte de la candidatura Barcelona en Comú, que ha arrebatado la alcaldía a Trías, el representante de CiU. Ahora, la hermana benedictina se plantea presentarse como candidata de Procés Constituent en las elecciones a la Generalitat del próximo 27 de septiembre. Hasta ahora, Forcades pensaba que esa posibilidad no existía porque creía que para ello debía dejar de ser monja y no tiene ningún deseo de dejar de serlo. Pero se le ha abierto la posibilidad de pedir un permiso en el monasterio para un año prorrogable a dos. Una especie de excedencia para dejar de ser monja sólo temporalmente. «Después de uno o dos años podré volver a mi monasterio», ha confiado a sus allegados.

Esto ya es harina de otro costal. Aunque Forcades asegura que se ha ganado un espacio político que evita la confrontación entre el tema social y el nacional, Procés Constituent sigue siendo un espacio de confluencia rupturista en Cataluña. Con gran formación, tiene un cierto encanto al hablar y, sobre todo, gran capacidad de arrastre. Hasta ahora, la monja ha cuidado su imagen y si bien viste vaqueros, no se ha quitado la toca. Si salta a la arena política parece lógico que se desprenda del hábito. La gente la va a situar en una trinchera.

‘La gloria del sacerdocio’ no es el celibato

'La gloria del sacerdocio' no es el celibato

RUFO

Rufo González, suscriptor de Iglesia Viva desde 1998, ya escribió sobre este tema en ivivaContinúa ahora analizando un documento que pretendió dejar cerrado un tema, el celibato obligatorio,  que cada vez está más abierto. El desprestigio de la Iglesia Católica en naciones como Irlanda tiene más que ver con esta presunta ‘gloria del sacerdocio’ que lo que parece.

Comentarios a “Sacerdotalis Caelibatus”, de Pablo VI

 

El magisterio pontificio más reciente, víctima del clericalismo

“Los sumos pontífices más cercanos a nosotros desplegaron su ardentísimo celo y su doctrina para iluminar y estimular al clero a esta observancia y no queremos dejar de rendir un homenaje especial a la piadosísima memoria de nuestro inmediato predecesor, todavía vivo en el corazón del mundo, el cual, en el Sínodo romano pronunció, entre la sincera aprobación de nuestro clero de la urbe, las palabras siguientes: “Nos llega al corazón el que… alguno pueda fantasear sobre la voluntad o la conveniencia para la Iglesia católica de renunciar a lo que, durante siglos y siglos, fue y sigue siendo una de las glorias más nobles y más puras de su sacerdocio. La ley del celibato eclesiástico, y el cuidado de mantenerla, queda siempre como una evocación de las batallas de los tiempos heroicos, cuando la Iglesia de Dios tenía que combatir, y salió victoriosa, por el éxito de su trinomio glorioso, que es siempre símbolo de victoria: Iglesia de Cristo libre, casta y católica” (Aloc. II al Sínodo romano, 26 enero 1960: AAS 52 (1960) 235-236 (texto latino, 226)” (Sacerd. Caelib. n. 37).

 

Confunde la Iglesia con el clero y se pone “la gloria del sacerdocio” en algo no sacerdotal

Como ven, este texto es un claro testimonio de ideología clerical. Aprovechando una intervención de Juan XXIII en un sínodo romano, exalta la ley del celibato como “una de las glorias más nobles y más puras del sacerdocio” eclesial. “La ley del celibato eclesiástico y el cuidado de mantenerla” es fruto de “las batallas de los tiempos heroicos”. Alude a un “trinomio glorioso, que es siempre símbolo de victoria: Iglesia de Cristo libre, casta y católica”. ¿Acaso presbíteros y obispos casados impiden a la Iglesia de Cristo ser “libre, casta y católica”? Lo que ocurre es que el clero se cree que sólo ellos son la Iglesia, sólo ellos son castos y católicos. Y que sólo son “castos” los célibes (¡qué disparate!), como si la virtud de la castidad fuera exclusiva de solteros. Para nada se acuerda de las víctimas de esas “batallas” heroricas, que han traído tantos sufrimientos injustos para los mismos obispos, presbíteros, esposas e hijos…: persecución, destierro, ocultación, angustias de todo tipo… Siendo una ley innecesaria evangélicamente, ausente en los trecientos primeros años de la Iglesia, nacida bajo la creencia de la impureza, superada por el Evangelio, impuesta por el poder imperial… Además se pone “la gloria más noble y pura del sacerdocio” en algo que no es “sacerdotal”. El ministerio es el cuidado del anuncio evangélico, los sacramentos, el amor comunitario. Cumplirlo adecuadamente es “la gloria más noble y pura” del presbítero y el obispo, sea célibes o casado.

La Iglesia de Oriente “a la que el Espíritu Santo ha acomodado su influjo”

“Si es diversa la legislación de la Iglesia de Oriente en materia de disciplina del celibato en el clero, como fue finalmente establecida por el Concilio Trullano desde el año 692 (Can. 6, 12, 13, 48: Mansi 11, 944-948, 965) y como ha sido abiertamente reconocido por el Concilio Vaticano II (Decr. Presbyter. ordinis, n. 16) esto es debido también a una diversa situación histórica de aquella parte nobilísima de la Iglesia, situación a la que el Espíritu Santo ha acomodado su influjo providencial y sobrenaturalmente. Aprovechamos esta ocasión para expresar nuestra estima y nuestro respeto a todo el clero de las Iglesias orientales y para reconocer en él ejemplos de fidelidad y de celo que lo hacen digno de sincera veneración” (Sacerd. Caelib. n. 38).

Al leer este número 38 de la encíclica, me viene a la mente lo que me decía un sacerdote diocesano Sigüenza-Gualajara sobre su obispo, ya difunto: solía atribuir sus decisiones al Espíritu Santo. Un cura se le plantó diciéndole: – “¿a qué hora le dijo el Espíritu su voluntad? – En la oración de ayer tarde. – Pues ha debido cambiar de opinión: en la oración de esta mañana me ha dicho a mí lo contrario”. Algo semejante ocurre en esta encíclica: una cosa y la contraria son “obra del Espíritu”. Es una de las cualidades del clericalismo: atribuir sus decisiones al Espíritu Santo. La encíclica aduce como causa de la disciplina oriental la “diversa situación histórica”. Nada del papel de los responsables de una y otra situación. Nada del valor de los obispos de las Iglesias Orientales que se opusieron a la imposición de Occidente. Baste reseñar la valentía de los obispos armenios, reunidos en el concilio provincial de Gangres, (hoy Çankırı, Turquía) metrópoli de Paflagonia, a mediados del siglo IV- tal vez en 355, en 340 según otros autores – entre cuyos cánones hay uno que “anamatiza a los que desprecian al sacerdote casado, negándose a comulgar cuando celebra la liturgia” (c. 4). Y, como contrapunto, el concilio III Toledo (año 589) decidiendo que las mujeres de los clérigos que pecaban con otro debían ser vendidas como esclavas y que el precio se diera a los pobres. Todo menos poner en cuestión la ley clerical, “santa e inmaculada” (¡!).

 

No se quiere confesar la causa verdadera: la impureza cultual

No sabemos qué hay en ese “también” que oculta otras causas, además de la “diversa situación histórica”. Es extraño que el Espíritu Santo “acomode su influjo providencial y sobrenaturalmente”, para sugerir otra ley: en esta región el clero no debe casarse, en esta otra puede casarse. Se trata de un derecho humano fundamental, que en todas partes hay que respetar. Los dirigentes eclesiales saben que la causa verdera fue una corriente ascética, judaizante, que creía que la relación sexual producía impureza ritual. Y, por tanto, un sacerdote no podía celebrar el culto en situación impura. Se empezó por recomendar “continencia del día antes” y luego de forma permanente, al hacerse el culto más frecuente y regular. A partir del s. IV se impuso en España, en el sínodo de Elvira (306 d. C.). Los papas, con mentalidad imperial, lo van imponiendo con suerte desigual hasta el siglo XII. En este siglo no les basta ya la ingenua “continencia matrimonial”. Exigen el celibato o soltería: prohiben convivir con esposas y concubinas (concilio de Letrán año 1123) y declaran inválidos los matrimonios de clérigos (segundo concilio de Letrán año 1139). Por dos razonnes: evitar que los bienes de la Iglesia pasen a los hijos de los clérigos; y porque se cree que el celibato es “mejor y más dichoso” que el matrimonio (Trento, D 1810). Como se ve, el celibato obligatorio para el ministerio se impuso con argumentos poco evangélicos: impureza cultual, conservar los bienes económicos de la Iglesia y minusvaloración del matrimonio.

 

Todo vale para apoyar el celibato obligatorio para el ministerio

La encíclica utiliza “la apología que los padres orientales nos han dejado sobre la virginidad” para perserverar en la disciplina occidental (n. 39). Podría mirar su celibato opcional para cambiar en favor de la libertad. Además, las citas apologéticas son curiosas: “la vida virginal es la imagen de la felicidad que nos espera en el mundo futuro” (san Gregorio Niseno, De virginitate, 13: PG 46, 381-382). “A quien se acerca al sacerdocio, le conviene ser puro como si estuviera en el cielo” (san Juan Crisóstomo, De sacerdotio, 1, 3, 4: PG 48, 642). ¡Extraterrestre! También no comer, ni beber, ni trabajar, ni cazar, ni cuidar enfermos…, porque en el cielo no haremos nada de esto. ¿Desde cuándo la “vida virginal es imagen de la felicidad”? Mejor la vida sin trabajo, sin dolor, de parásito social…

Arrima el ascua a su sardina al interpretar las limitaciones de la disciplina oriental. Del hecho de ordenar obispos sólo a presbíteros célibes -una discriminación injusta- y de la prohibición de casarse tras la ordenación presbiteral -otra injusticia: decidir por otro cuándo casarse- deduce la presencia “del principio del sacerdocio celibatario y el de una cierta conveniencia entre el celibato y el sacerdocio cristiano” (n. 40). ¡Hay que salvar, como sea, la Ley!

 

La historia y la vida contradicen la doctrina papal

“En todo caso, la Iglesia de Occidente no puede faltar en su fidelidad a la propia y antigua tradición, y no cabe pensar que durante siglos haya seguido un camino que, en vez de favorecer la riqueza espiritual de cada una de las almas y del Pueblo de Dios, la haya en cierto modo comprometido; o que, con arbitrarias intervenciones jurídicas, haya reprimido la libre expansión de las más profundas realidades de la naturaleza y de la gracia” (Sacerd. Caelib. n. 41).

Menos mal que la palabra “tradición” está escrita con minúscula. La ley del celibato obligatorio para el ministerio no pertenece a la Tradición (con mayúscula) de la Iglesia. Con esta ley, la Iglesia no “sirve a la palabra de Dios y ni enseña solamente lo que le ha sido confiado por mandato divino y con la asiatencia del Espíritu Santo oye con piedad, guarda con exactitud y expone con fidelidad” (DV 10). Más bien, con esta ley, la Iglesia se hace digna de aplicarse la palabra de Jesús: “dejáis el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres” (Mc 7,8; Mt 15,3).

 

Con los conocimientos actuales de la antropología, el evangelio y la historia:

“cabe pensar que durante siglos la Iglesia de Occidente ha seguido un camino que, en vez de favorecer la riqueza espiritual de cada una de las almas y del Pueblo de Dios, la ha, en cierto modo, comprometido; o que, con arbitrarias intervenciones jurídicas, ha reprimido la libre expansión de las más profundas realidades de la naturaleza y de la gracia” (Sacerd. Caelib. n. 41).

Basta recordar el sufrimiento de las víctimas de estas “batallas” (denominación del mismo Papa), la diversa disciplina en la Iglesia católica (¿por qué se prohíbe a unos lo que se permite a otros?), y la actuación contradictoria de los Papas desde el año 1950, que vienen permitiendo que sacerdotes de otras confesiones cristianas puedan ejercer casados, mientras los sacerdotes propios, si se casan, son apartados totalmente del ministerio. Con razón puede decirse que “no se ha favorecido la riqueza espiritual de cada una de las almas ni del Pueblo de Dios”, sino más bien “se la ha comprometido” , condenándolas de por vida a la represión insana, marginación, “reducción”, destierro, invisibilidad, abandono…, y al Pueblo de Dios se le ha impedido la eucaristía y tener pastores suficientes.

 

Teresa Forcades se compromete en política

Teresa Forcades se compromete en política

TERESATeresa Forcades, miembro del Consejo de Dirección de Iglesia Viva, nos ha comunicado su decisión de ofrecerse para encabezar una candidatura de confluencia defendida por Procés Constituent para las próximas elecciones del 27-S a la Generalitat. Estamos autorizados a publicar -traducido al castellano- el texto completo de la carta enviada sobre ello a Procés.

 

PROPUESTA para Procés Constituent, con miras a las elecciones de 27-S

 

Queridas y queridos,

 

Os escribo porque se ha abierto la posibilidad de que me presente como candidata en la candidatura de confluencia defendida por Procés Constituent para las próximas elecciones a la Generalitat.

 

Hasta ahora, esta posibilidad no existía porque creía que para ello debía dejar de ser monja y no tengo ningún deseo de dejar de serlo.

 

Se ha abierto la posibilidad de pedir un permiso en el monasterio para un año prorrogable a dos. Esto significa dejar de ser monja sólo temporalmente. Después de uno o dos años podré volver a mi monasterio.

 

Teniendo esto en cuenta, estas son mis reflexiones y mi propuesta.

 

Primero las reflexiones:

 

  • desde el Procés, con el esfuerzo continuado de muchas personas en muchos niveles, hemos ganado un espacio político que evita la confrontación entre el tema social y el nacional y es capaz de ofrecer un verdadero espacio de confluencia rupturista en Cataluña; este espacio político no es sólo ni en primer lugar un espacio electoral; es sobre todo un espacio que existe a nivel de calle; a nivel de calle, la gente que quiere la ruptura construye y exige unidad;

 

  • en el Procés, tenemos credibilidad para defender públicamente este espacio con miras a las elecciones del 27-S invitando de nuevo a quienes han sido nuestros interlocutores políticos hasta ahora (las CUP, ICV-EU y Podemos), junto con todos los movimientos y partidos rupturistas que quieran apoyar esta confluencia; creo que el hecho de que se haya abierto la posibilidad de presentarme como candidata hace que valga la pena hacer un último intento;

 

  • cualquiera que sea el resultado que consigamos, creo que podemos tener un papel muy importante en la batalla electoral; un papel dirigido exclusivamente a estimular los debates que son sustanciales para el país, evitando totalmente los debates estériles; no me imagino una campaña dirigida a ‘echar a Mas’ sino a ‘construir la República del 99%’.

 

Y esta es la propuesta:

 

  • aprobar la necesidad de una candidatura de confluencia para el 27-S y postularme en ella como candidata, con el fin de que la propuesta no sea una proclama genérica sin fuerza; la falta de un candidato a nuestra propuesta de una candidatura unitaria ha sido una de las debilidades que hemos tenido desde el principio y ahora lo podemos corregir; a partir del 14 de junio, vamos a trabajar con el fin de hacer posible esta candidatura de confluencia, con la idea de que incluya a más de uno de los partidos con que estamos hablando, aunque no necesariamente a todos si no es posible; en caso de que no haya posibilidad de construir una candidatura de confluencia estoy dispuesta a encabezar una candidatura en solitario de Procés si se considera oportuno;

 

  • presentarnos a las elecciones del 27‐S para abrir un proceso constituyente en Cataluña que permita que el pueblo catalán decida de manera democrática y pacífica qué modelo de estado y de país desea.

 

¿Cómo debe ser este proceso? Tengo claro que debe ser popular y desde abajo, lo cual es muy diferente a permitir que un grupo de expertos redacte un texto que luego deba ser aprobado por la ciudadanía y también es muy diferente de que lo hagan los representantes parlamentarios; antes de las elecciones, tendremos que elaborar entre todas una metodología específica de cómo llevar a cabo este proceso, para que todos los votantes sepan muy claramente el 27-S qué es lo que se encontrarán si nuestra opción sale ganadora; deben saberlo con mucha claridad porque lo que se encontrarán será una revolución; una revolución pacífica y democrática que pedirá la participación de todas y un gran esfuerzo durante un período seguramente no inferior a dos años.

 

¿Cómo gobernaremos durante el proceso? Tengo claro que nos debemos orientar por nuestro decálogo, ahora ampliado en el libro de propuestas, y tengo también claro que hemos de trabajar duro entre todas para determinar antes de las elecciones los primeros pasos que deberemos dar para avanzar en el sentido del decálogo mientras impulsamos el proceso constituyente popular por todo el país; la primera prioridad: implementar medidas de emergencia para aliviar el sufrimiento de las personas más vulnerables (también tendremos que decidir entre todas cuáles deberán ser).

 

En resumen, tres tareas fundamentales que si aceptamos esta propuesta tendremos que poner en marcha contra reloj en todas las asambleas territoriales y sectoriales, para tenerlas a punto cuando se convoquen las elecciones:

 

  1. ¿cómo debe llevarse a cabo el proceso constituyente?
  2. ¿cómo debemos gobernar mientras dure el proceso constituyente?
  3. ¿qué medidas de rescate hemos de aplicar el día de después de las elecciones?

 

Un último ruego: que todas las negociaciones con los partidos que realicemos a fin de construir esta confluencia estén abiertas a cualquier persona del Procés Constituent que quiera asistir como oyente y que queden grabadas en audio.

 

Paz y bien,

 

Teresa Forcades

Montserrat, 15 mayo 2015

 

Con el apoyo de: Arcadi Oliveres, David Borrell, Josep Sementé, Maite García Fochs, Montse Busquets, Neus Forcano, Vicenç Navarro, Anna Armengol, Francesc Consuegra, Josep Maria Antentas, Margarida Fité, Montse Márquez, Quim Sopena, Bibiana Fontanet, Isabel Sala Casteràs, Luis Blanco, Miquel Ibarz, Nacho Hurtado, Sonia Onandi

 

Francisco enseña con verdadera autoridad

Francisco enseña con verdadera autoridad

Pieris

Aloysius Pieris es un reconocido teólogo indio que tuvo que sufrir represiones vaticanas, como sus compatriotas Michael Amaladoss y  Tissa Balasuriya, por su manera de hacer teología que acepte el las culturas de Asia. Ya retirado de la enseñanza, ha reaccionado con fuerza a la pretensión del cardenal Muller, con esta carta.

¿Qué es la teología? ¿Quién es teólogo? Comentario a unas recientes declaraciones del cardenal Müller.

 

Según ha informado Vatican Insider el 21 de abril 2015, el Card. Gerhard Ludwig Müller dio una entrevista al diario La Croix afirmando que sería tarea suya, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), “estructurar teológicamente” el pontificado del Papa Francisco, que (según el card. Müller) no es un teólogo. La misma fuente también publicaba una respuesta crítica a la insólita declaración de Muller, hecha por el teólogo dominico Benoit-Dominique de La Sejoule.

Quiero emplear la misma libertad y audacia con la que el cardenal Müller hizo pública su opinión negativa sobre el actual Papa, publicando una crítica de la declaración del cardenal Müller. Una crítica, sin embargo, que no disminuye mi respeto hacia él por su colaboración con Gustavo Gutiérrez en la presentación de una versión auténtica de la Teología de la Liberación.

Estoy seguro de que el prefecto de la CDF sabe que el Papa Francisco es un religioso de la Compañía deJesús, que ha profesado sus votos solemnes, y que ningún jesuita es admitido a estos votos (que implican votos y responsabilidades adicionales) si no ha completado una perfecta y rigurosa formación filosófica y teológica.

Por otro lado, la posición del cardenal Müller plantea una pregunta desconcertante: si a la CDF le correspondiera la tarea de mantener bajo el control y estructurar teológicamente al Papa Francisco, ¿quién tendría que controlar la estructuración teológica de la CDF?

El Concilio de Jerusalén, del que hablan los Hechos de los Apóstoles, da una lección importante a la Iglesia. En esa asamblea apostólica, los que fueron reconocidos como líderes de la Iglesia (Santiago, Pedro) fueron tan humildes que se dejaron educar por la Iglesia de la periferia (Pablo y Bernabé) y esto permitió al vértice de la Iglesia considerar la misión desde una nueva y más amplia perspectiva. Esto produjo, en el mundo civilizado entonces conocido, frutos misioneros de gran importancia. ¿Están dispuestos a reconocer los que están en el centro de la Iglesia que un papa de la periferia aporte una frescura evangélica al Occidente donde, según lo declarado por el propio Papa, el cristianismo está cansado y envejecido? De hecho, por primera vez, tenemos un papa del Sur que pone en práctica las cosas simples pero difíciles practicadas por Jesús, que contradicen a los “Doctores de la Ley” y a los hipócritas de nuestro tiempo. Seguiendo a Jesús, que continuó la tradición profética de exigir justicia frente a la formulación de doctrinas, el Papa Francisco ha despertado de una manera inesperada un cristianismo hasta ahora dormido. Ex fructibus cognoscetis. Por los frutos los conoceréis. ¿Qué frutos misioneros produjo la supuesta excelencia teológica académica?

En la antigüedad, los doctores (en latín, los que enseñaban los contenidos de la fe cristiana) eran también Professores (los que profesaban su fe mediante la puesta en práctica de lo que enseñaban). Muchos de los Padres Iglesia merecieron ambos títulos, a pesar de no haberlos reivindicado nunca. Hoy en día un “profesor-mdoctor en Teología” (con reducidas excepciones) es un académico equipado con un título académico expedido por una institución académica. Un doctorado en teología no asegura automáticamente que un cristiano o una cristiana den testimonio de lo que enseñan. Este Papa, en cambio, es el más eficaz “Profesor-Doctor” o “enseñante practicante” del Evangelio en la Iglesia de hoy! Este pontificado ya ha comenzado un proceso de evangelización a nivel mundial, que ni los profesores y académicos de teología nunca habían intentado y, menos aún, realizado. Lo que más necesitamos en la guía la Iglesia no es una estructuración teológica, sino un testimonio del Evangelio y de “aquella sensibilidad pastoral única” que el arzobispo Claudio Celli (del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales) ha apreciado en las enseñanzas del Papa.

Por último, pedimos a la CDF y a los otros departamentos no sólo que escuchen al Papa argentino sino a todos los creyentes en el hemisferio sur del mundo, donde la fe sigue aún viva. Con respecto a nuestras iglesias de Asia, hemos recibido en el pasado 12 documentos de ese mismo dicasterio y en todos los casos se trataba de “señales de advertencia ” enviadas sin escuchar o estudiar nuestro pensamiento orientado a la práctica, nacido de nuestro testimonio colectivo de Jesús (“Dios es salvación”) en el contexto la profunda religiosidad y la pobreza extrema de nuestro pueblo.

Nos gustaría contar nuestra historia a la CDF sin ser interrumpidos o mandados callar por adelantado. Si las Iglesias de Asia tienen un atisbo de esperanza hoy, es gracias al Papa Francisco, que vibra junto con el pueblo de Dios, que in credendo falli nequit (“[La totalidad de los fieles] en la fe no puede equivocarse”, Lumen Gentium, 12, NDT). Por favor, les rogamos que se le permita continuar solo las tareas pastorales de su misión con su estilo personal, felizmente no estructurado y carismáticamente persuasivo. Nosotros que estamos en las fronteras de la Iglesia, de hecho, de sus palabras y de sus acciones estamos recibiendo un nuevo impulso teológico.

[Carta enviada a ADISTA y publicada en el nº 18-Notizie]

Por la reestructuración teológica de la CDF-ex Santo Oficio

Por la reestructuración teológica de la CDF-ex Santo Oficio

blog_grilloAndrea Grillo es un teólogo seglar italiano que ha terciado en la polémica suscitada por el card. Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre la reestructuración teológica del papado. El artículo que reproducimos está publicado en su blog Munera.

 

Es la Congregación quien necesita “reestructuración teológica”. Una útil relectura de Huenermann.

 

El acalorado debate en torno al “proyecto” de la Congregación para la Doctrina de la Fe de “dar estructura teológica” al papado de Francisco (y de Juan XXIII) parece poner el dedo en una llaga, que va más allá de las partes mutuamente involucradas en la actualidad. No hay duda, en efecto, que este importante órgano para la vida de la Iglesia tiene que someterse a una “profunda reestructuración”, precisamente tras el giro que el Concilio Vaticano II introdujo en el cuerpo de la Iglesia.

 

Con él, de hecho, cambió profundamente la relación entre la “revelación” y “cultura”. El órgano que se había colocado tradicionalmente en una muy delicada función de ser “garantía” de la ratio fidei estaba destinado, tarde o temprano, a someterse a un profundo cambio en los procedimientos que emplea para garantizar “la continuidad y la autoridad de la ratio fidei“.

 

Esta tensión, que ya está escrita en la historia de los últimos 50 años, ha alcanzado un punto de no retorno en los últimos meses. Hasta la paradoja de que, frente al contraste entre “lógicas diferentes”, se puede llegar a teorizar una “normalización del Papado” por la Congregación, con una inversión clara y contundente de la relación entre medios y fines. Y es muy significativo que la intención de intervenir para “reestructurar” se concentres en los dos papas que más lúcidamente promovieron este “gran cambio”.

 

Puede ser útil para escuchar de nuevo, ocho años más tarde, lo que escribió el P. Huenermann acerca de la función de la Congregación, con motivo de la Notificación sobre las obras de Jon Sobrino en 2007 (la versión italiana se puede leer en: http://www.queriniana.it/blog/il-caso-jon-sobrino/93 )

 

“La relación entre el Papa y los obispos, por un lado, y los teólogos, por otro, asume una importancia indiscutible para la vida de la iglesia en el futuro. La Congregación para la Doctrina de la Fe hoy se encarga de la importante función de proteger la calidad de la teología, preocupándose que la teología desarrolle verdaderamente la ratio fidei. Cuando, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se ha llegado continuamente a conflictos graves, que dañan la consideración de la iglesia y de su camino en la fe, esto no se debe simplemente a la gente que trabaja allí y a su formación más o menos amplia o profunda. Este tipo de deficiencias son solamente un potenciador de los conflictos. La razón principal está en el hecho de que la Congregación para la Doctrina de la Fe –organización que sucede al Santo Oficio–, en el fondo, conserva aún la estructura de una autoridad premoderna de censura, compo existía en todos los Estados europeos.

La protección moderna de calidad en el campo de las ciencias está estructurada de manera diferente, trabajando junto a ellas e implicando –según las posibilidades–  a las autoridades en la toma de decisiones de carácter político y administrativo. También la ratio fidei, en una sociedad bastante compleja como la que se está formando hoy, debe ser revisada junto a los graves problemas del momento y a las escorias adheridas de carácter social, económico y humano. Esta tarea tiene un grado de complejidad ante la cual una autoridad de censura de viejo estilo no es capaz de reaccionar desde el punto de vista técnico-organizativo. La Congregación para la Doctrina de la Fe necesita una reorganización inteligente”.

 

Casi una década después, esas palabras de P. Huenermann tienen hoy una especial actualidad. No se trata, evidentemente, de “dar estructura teológica al papado”, que definitivamente no es responsabilidad de la Congregación, sino de “dar estructura teológica a la función realizada por la Congregación”, por inserirla armónicamente entre la revelación, la fe y la cultura, ya no pensadas de acuerdo con los estilos y prácticas de un mundo tradicional y de una Iglesia pre-moderna.

 

A esta delicada tarea deberá también atender una reforma seria de la Curia Romana.

[Traducción de Iglesia Viva]

Este Papa nos desestabiliza a todos

Este Papa nos desestabiliza a todos

Fernandez V.M-300x300Importante entrevista al arzobispo Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina,  consultor y amigo muy especial del papa Francisco, de quien Iglesia Viva ya publicó una entrevista en el 259. Esta de hoy procede del Boletín del CELAM a propósito del libro Guía Breve para aplicar Evangelii Gaudiumy contiene al principio afirmaciones nuevas.

Cuando un periodista encara un reportaje ante una personalidad determinante en su ámbito, una de las expectativas de máxima está puesta en que cuando hable “tire títulos”. Esos contenidos sutiles, agudos, claros, los que nos hacen detenernos, los que nos indican por dónde va la nota, esas instancias inesperadas en las que el entrevistado afiata con el probable lector y con el ocasional interlocutor. Esta expectativa está más que cumplida con el arzobispo Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Acaba de publicar un nuevo libro ──es un prolífico autor desde hace muchos años: ¡300 títulos!──: Guía Breve para aplicar Evangelii Gaudium, de editorial San Pablo de Argentina. Buen libro, pero vayamos al diálogo.

¿Cómo se le ocurrió escribir esta guía tan, tan clarita sobre la primera encíclica (completa) del Papa Francisco, Guía Breve para aplicar Evangelii Gaudium? ¿Y cómo hizo para lograr –en esos 16 puntos– que nada de lo esencial haya quedado afuera y apto para todo lector?

Hay una gran dificultad para aplicar los documentos de la Iglesia, porque muchas personas se quedan en detalles secundarios y no terminan de captar los ejes, las líneas principales y el mensaje fundamental de un documento. Así, la mayoría de los grandes documentos quedan sin aplicación concreta. Esto se vuelve más grave con Evangelii Gaudium, porque el Papa lo presentó como el “programa” de su pontificado. El riesgo es que muchos amen a Francisco, pero no terminen de aplicar lo que él propone, y todo siga igual. Por eso me pareció urgente ayudar a captar los temas centrales de Evangelii Gaudium sobre todo para mostrar cómo se los puede aplicar en las diócesis, parroquias, movimientos, comunidades e instituciones católicas.

¿Piensa que el mundo está listo para comprender el mensaje de vida cristiana que ofrece y propone este texto?

El mensaje del Papa es claro, pero hay tres problemas: algunos dicen que no saben concretamente cómo aplicar lo que él pide, y a ellos ese librito que escribí puede ayudarles. Otros no aplican las líneas del Papa por otra cuestión, muy posmoderna: sencillamente porque no tienen ganas, están cómodos con su estilo de vida y no les interesa gastar energías ni tiempo en algo que nos les traiga un beneficio inmediato. En tercer lugar, otros no las aplican porque se encierran en su propia ideología y sólo están esperando que Francisco muera pronto para no sentirse interpelados a un cambio.

Por extensión, ¿qué entiende Ud. que les pasa a las personas, instituciones, líderes de distintos ámbitos cuando irrumpe en el plano global Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco?

Este Papa nos desestabiliza a todos, también a los que pensamos como él. Porque nos exige sobre todo un nuevo estilo de vida, con otros objetivos, un cambio exigente en nuestro modo de utilizar el tiempo y las energías, y una capacidad de romper los esquemas personales y de ponerse en el lugar de los que están peor que uno. Porque no se trata sólo de decir que nos gusta lo que dice el Papa. El asunto es, como el lo pide constantemente, vivir más desprendidos de nuestro ego y de nuestros intereses personales, vivir con más generosidad, atrevernos a tomar contacto con las distintas periferias que no forman parte de nuestro círculo cerrado, etc. Si estamos aferrados a nuestras comodidades, eso en el fondo nos inquieta, nos perturba. Yo mismo, que estoy profundamente de acuerdo con sus líneas de pensamiento, sin embargo estoy lejos de ser un ejemplo de lo que él propone. Porque el gran problema actual es el de traducir el pensamiento a estilos de vida coherentes. Ese es el drama de la Iglesia actual, que no termina de reaccionar.

El año pasado, Ud. escribió en el diario argentino Página/12 un artículo titulado “La violencia de no saber leer”. Interesante y aguda crítica a los medios de comunicación y su capacidad de interpretación de los textos eclesiales. ¿Cómo se lleva con los medios de comunicación, el periodismo? ¿Cómo pondera la comunicación de la Iglesia argentina tanto con medios confesionales como con medios no confesionales?

Te pido que me permitas detenerme en esta respuesta, porque es de vital importancia. La cuestión de los medios es en realidad parte de un problema más amplio, que afecta a la cultura actual en general. Pero no estoy diciendo que haya que criticar la cultura de los pobres o de menos instruidos. Al contrario, me refiero a la cultura de los sectores intelectuales, profesionales, que se consideran a sí mismos los auténticos intérpretes de la realidad. ¿Por qué? Porque pocos se toman el trabajo serio y profundo de tratar de comprender al otro en sus preocupaciones, de entender su punto de vista.

En la mayoría de las notas periodísticas uno advierte que se busca algún detalle que sirva a la línea editorial o a las directivas de los dueños del propio medio, o a un determinado interés político, económico, etc. Lo que el otro quiere transmitir realmente, la parte de verdad que hay en sus palabras, lo que él busca aportar a la sociedad, interesa poco y a veces nada. De esa manera, no se ofrece una información adecuada que sirva a la sociedad para formarse su propia opinión. A los miembros de la Iglesia nos preocupa que los titulares no reflejen lo que buscamos aportar, o que sólo se comuniquen algunos detalles pero no el fondo.

Sin embargo, la Iglesia en Argentina no tiene problemas con los medios, no está directamente enfrentada con ellos. La relación de los obispos con los periodistas es, en general, excelente. Yo me siento a conversar frecuentemente con periodistas, tratando de analizar a fondo alguna cuestión, y nos entendemos. Creo que el problema no está en los periodistas, sino en el filtro de información que imponen los intereses editoriales, de tal manera que se ha vuelto normal que las cosas se saquen de su contexto, se parcialicen, se distorsionen según la conveniencia del momento. ¿Tenemos que resignarnos a que esto sea así? ¿No es posible otro tipo de periodismo?

También hay que reconocer que hay un punto esencial que los demás no suelen comprendernos: un obispo o un sacerdote normalmente evita ser identificado como oficialista o como opositor, porque un pastor se debe a todos, e intenta no espantar a ninguno, porque así perdería la posibilidad de ayudarlo. Si se coloca demasiado del lado de un sector político, o en contra, termina cerrando las puertas a quienes tienen otra opción política, puede provocar que se alejen de la Iglesia, e incluso que no pidan el acompañamiento pastoral cuando se acerque la muerte, por ejemplo. Soy testigo de muchos casos de estos. Cuando un pastor realiza un reclamo a la acción política (sea nacional, provincial o local) jamás lo hace como opositor político, sino como un pastor que, viviendo la dimensión social del Evangelio, defiende la dignidad del pueblo y los grandes principios sociales. Del mismo modo, si un obispo acompaña alguna iniciativa de un político, lo hace porque lo considera un bien para su gente y no porque esté apoyando la campaña personal del político. Y lo hace sabiendo que nadie es perfecto y que el trigo suele venir entreverado con la cizaña.

Por otra parte, si un laico o un grupo de laicos hace una opción partidaria y opina a favor o en contra de un partido, está en todo su derecho, pero no se puede decir que “la Iglesia dijo…”. Ni siquiera cuando habla algún obispo suelto o un grupo de obispos, o una Universidad católica, se puede decir que “la Iglesia dijo”. Si en alguna ocasión se quiere emitir una opinión como Iglesia en Argentina, los obispos se reúnen, discuten varios días palabra por palabra, se van poniendo de acuerdo poco a poco en el tono del texto y en sus acentos, y finalmente votan.

Los medios no suelen entender todo esto, y a veces se intenta forzar una palabra o una frase para que se la interprete en la línea de un determinado interés político partidario. Eso dificulta enormemente que los ministros de la Iglesia hagamos llegar a la sociedad nuestro aporte específico.

Muchos indican que su principal objetivo como rector es acercar la Universidad a los sectores más humildes de la sociedad, generando sinergias de superación y mutuo conocimiento. ¿Esto es así?

Desde que llegué a la UCA, además de ocuparme de las múltiples exigencias de la gestión ordinaria (revisión de las carreras, salarios docentes, mejora de los procedimientos, promoción de la investigación, etc.) tuve cuatro preocupaciones que conversé varias veces con el entonces Cardenal Bergoglio.

Una es la de profundizar la vida espiritual en la comunidad universitaria, y en este sentido la inauguración de la iglesia mayor de la Universidad (con cinco Misas diarias y adoración continua a Jesús Eucaristía) fue una gran alegría.

Otra preocupación es acentuar la dimensión social de la vida universitaria, comprometida con los pobres. Esto se fue concretando en varios programas de compromiso social que desarrollamos especialmente en la villa 1-11-14 de Buenos Aires, pero también en las Sedes de Rosario y Paraná. El año pasado hubo un hecho muy elocuente en esta línea: los alumnos de la facultad de Música enseñaron a tocar diversos instrumentos a adolescentes de la villa (violín, oboe, etc.) y se formó una orquesta juvenil que tocó en un salón de la UCA, incluyendo piezas de Mozart. También tocaron una pieza de Piazzola acompañados por un bandoneonista profesional del Teatro Colón. Ver el resultado de ese esfuerzo, la alegría de los padres y el sentimiento de dignidad que esto despertaba en esos adolescentes fue uno de los mejores momentos que pasé en la UCA.

Una tercera preocupación es la de la presencia pública de la UCA: que sea un espacio de diálogo con la sociedad y sus problemas. Para ello quise fortalecer el ODSA (ampliando el número de casos, desarrollando nuevas temáticas, situándolo en un diálogo interdisciplinario, etc.). En esta misma línea quise que el rectorado fuera un espacio de conversación sobre la sociedad, recibiendo constantemente a políticos, sindicalistas, empresarios, profesionales, artistas.

Finalmente, una cuarta línea de trabajo fue promover la integración: el diálogo entre las distintas ciencias, carreras, facultades, etc. Esto se plasmó, por ejemplo, en algunos cursos y jornadas que organizaron y ofrecieron cuatro o cinco facultades conjuntamente. Y en esta misma línea, procurar que las materias teológicas y filosóficas estén mejor conectadas con el pensamiento propio de cada facultad y lleguen realmente a penetrar el pensamiento de los alumnos en lugar de ser un peso o una molestia.

Usted está considerado uno de los hombres de más confianza del Papa Francisco, persona de consulta por sus múltiples experticias teológicas, eclesiales, pastorales y de trabajo codo a codo. ¿Cómo vive esta instancia de servicio a un Papa al que conoce mucho y desde hace tanto tiempo? Y, casi de entre casa, ¿cómo vivió aquel ya mítico 13 de marzo de 2013?

Creo que, como todo obispo, tengo que ayudar a comprender las propuestas del Papa, porque desde mi fe católica estoy convencido de que él tiene una iluminación especial del Espíritu y creo que él es la persona que la Iglesia necesita hoy. Lo mismo hemos hecho con Benedicto XVI: hicimos el esfuerzo de comprender lo que él nos pedía y de aprovechar su aporte específico. El problema es que algunos escuchan a un Papa sólo si coincide con sus ideas o con su propia estructura mental. Estos, aunque parezcan muy conservadores en la doctrina, en el fondo parecen no tener fe en la asistencia especial del Espíritu Santo que Jesús prometió al Papa. Tu pregunta es muy personal. Yo creo entender lo que Francisco está proponiendo, pero sería un grave error pedir que me escuchen a mí en lugar de ayudar a que se comprenda y aplique lo que este gran pastor nos está proponiendo. Vivo con mucha gratitud la paternidad del Papa. No me puedo presentar como amigo sino como hijo y testigo de la inmensa misericordia de este gran hombre que nos refleja la cercanía y la generosidad de Jesucristo.

Y aquel 13 de marzo del 2013 quedé pasmado. Algunos dicen que lo habían anunciado. Yo no lo esperaba. Puedo decirte con toda sinceridad que estaba convencido de que la misma renuncia de Benedicto XVI expresaba la necesidad de comenzar una etapa muy diferente en la Iglesia, que se estaba alejando de la gente. Pero ignoraba quién podía ser la persona adecuada para conducirla. Cuando vi a Bergoglio en el balcón me dije a mí mismo: “¿Cómo pude ser tan corto e incrédulo? Si estaba claro que ésta era la persona para este momento de la Iglesia y del mundo”. Todo lo que pasó después, y el lugar que tiene la palabra del Papa en el corazón de la gente y en los debates internaciones, lo confirmó.

¿Le gustaría compartir alguna experiencia personal con el cardenal Bergoglio en aquellos días de Aparecida en Brasil?

Escribí un libro sobre Aparecida, que incluye un diario donde narré detalladamente lo que iba pasando y donde expliqué el sentido de lo que se decidía. Pero vos me preguntás por alguna experiencia personal relacionada con el Papa Francisco.

Te cuento lo que vi en él durante ese mes. Me admiró su inmensa paciencia, como si estuviera completamente liberado de la ansiedad y la obsesión (defectos que yo poseo). No tenía el proyecto de imponer determinadas ideas ni de lograr resultados deslumbrantes. Le interesaba que la gente se expresara, dialogara mucho, debatiera, y fuera encontrando poco a poco grandes consensos. Él presidía la comisión de redacción del documento y yo participaba. Iban pasando peligrosamente los días y no se perfilaba que pudiéramos llegar a redactar un documento. Se corría el riesgo de que se acabara el tiempo y no tuviéramos un texto terminado. Pero él se empeñaba en no precipitar ni forzar las cosas. Por eso los últimos tres días fueron una loca carrera para lograr cerrar el texto. El mismo Bergoglio se quedaba hasta las 3 o las 4 de la mañana (cuando su hábito era el de irse a dormir a las 21.00). Terminamos como pudimos, y él mismo el último día me dijo: “Nos habría hecho falta un día más”.

Por eso –él lo sabe– ese documento no es una joya literaria ni un modelo de orden y armonía textual. Pero tiene un inmenso valor, que es el que quiso darle Bergoglio: expresa consensos reales, forjados en un intenso, paciente y prolongado diálogo. Esto permitió que la Iglesia en América Latina recuperara un sentimiento de identidad propia, de libertad y de entusiasmo. La anterior Conferencia de Santo Domingo se había sentido como excesivamente conducida por la Curia vaticana, que quería evitar que se dijeran cosas que consideraba inconvenientes. Por eso Bergoglio quería que Aparecida devolviera a la Iglesia de América Latina una experiencia de responsable libertad, y cuyo documento expresara realmente las inquietudes de los participantes.

¿Podría hacer algún comentario sobre la nueva encíclica que está preparando el Papa acerca del medio ambiente?

Supe que la encíclica del Papa sobre el ambiente será un aporte diferente al de Evangelii Gaudium. Porque se tratará de un texto mucho más reflexivo, que ayudará a comprender la profundidad del pensamiento de Francisco. Se sabe que fue elaborada consultando a cientos de personas, y que significa un gran esfuerzo interdisciplinario, para que el pensamiento cristiano muestre su fecundidad en el diálogo con las ciencias y con las preocupaciones de la sociedad. En ese sentido intuyo que será una encíclica muy novedosa y enriquecedora, por su estilo, por su forma de encarar la temática, por su metodología, por su lenguaje. Por supuesto, no creo que le falten esas frases punzantes y exhortativas que caracterizan a este Papa. Escuché que saldrá hacia fines de mayo, y de ese modo se anticipará a las reuniones de julio que prepararán la Cumbre de fin de año sobre medio ambiente (París). Esto nos lleva a pensar que planteará fuertes exigencias a la política internacional.

Y la última pregunta ya sobre el estribo. Trascendió que se está trabajando en el ámbito universitario (varias universidades, incluida la UCA) en un proyecto sobre drogas/narcotráfico por pedido del Papa Francisco.

En realidad sólo hay un espacio de diálogo entre algunas Universidades y otras instituciones, pero eso está in fieri, todavía no es algo acabado desde un punto de vista académico y profesional. Con respecto al Papa Francisco, él no acostumbra solicitar este tipo de cosas. Lo que hace siempre, cuando alguien le comenta un proyecto, es decir: “¡Adelante!”. Eso no significa estrictamente que él lo solicite. La UCA participa de esas reuniones porque a todos nos interesa intercambiar opiniones y pensar en posibles proyectos.

Por otro lado, la UCA ya tiene un Barómetro de drogadicción y adicciones, que trabaja con parámetros científicos, y que hará su primera presentación a mediados de mayo. Incluye un estudio cuantitativo sobre drogadicción en Argentina basado en 5.700 casos, más una profundización sobre la ciudad de La Plata, además de un complemento cualitativo basado en lugares del Gran Buenos Aires.

El gran valor de este Barómetro es que cada año presentará un informe que permitirá comparar con los datos del año anterior y advertir la evolución. A esto lo he hablado con el Papa, en orden a acompañar su preocupación por esta cuestión, y como siempre me dijo: “¡Adelante!”.

VIRGINIA BONARD
Con la valiosa colaboración de Natalia Ramil