Un jubileo para peregrinar hacia las periferias

FaggioliMassimo Faggioli* es un historiador y teólogo laico, procedente del grupo de Bolonia, hoy profesor en EEUU, que nos descubre el sentido que tiene un año jubilar que Francisco ha convocado a partir de los 50 años de la clausura del Concilio. Es una buena guía para leer la Bula de convocatoria.

El catolicismo de Francisco se expresa en la capacidad de combinar lo viejo y lo nuevo, el radicalismo evangélico y las devociones. En algunos casos, lo viejo recupera antiguas tradiciones de la Iglesia que parecen incompatibles con la eclesiología conciliar. Uno de estos casos es el Jubileo extraordinario de la misericordia, anunciado el 13 de marzo y delineado en la bula publicada el 11 de abril, Misericordiae Vultus. Con una reforma de la Curia que avanza a un ritmo lento, Francisco tiene ante sí un año y medio de intensos viajes (especialmente a los EE.UU.), la encíclica sobre el medio ambiente, el Sínodo de los Obispos y el Jubileo, que es una contribución especial y sui generis del Papa para la preparación y orientación del debate sinodal.

 

Los elementos tradicionales se manifiestan en que propone el instrumento jubilar de la cristiandad medieval, pero el contexto en el que aparece la decisión del Papa promete preparar un Jubileo diferente al del año 2000. Francisco coloca el año de jubileo (del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016) dentro de la nueva evangelización (término que en el vocabulario bergogliano no tiene el mismo sentido que tenía con Juan Pablo II y Benedicto XVI) bajo el lema de la misericordia. La Iglesia está llamada a un Jubileo de la misericordia en el que la Iglesia no dispensa misericordia, sino que es el objeto de la misericordia divina: “Indulgencia es experimentar la santidad de la Iglesia que participa en todos los beneficios de la redención de Cristo, porque el perdón es prorrogado hasta el extremo al que llega el amor de Dios. Vivamos intensamente el Jubileo pidiendo al Padre el perdón de los pecados y la extensión de su indulgencia misericordiosa” (Misericordiae Vultus, par. 22). El Jubileo es una oportunidad para hacer “más fuerte y más eficaz el testimonio de los creyentes” (Par. 3). En este sentido, está lleno de sentido el extenso párrafo en el que Francisco motiva la elección de la fecha del 8 de diciembre de 2015: “Es el 50 aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo ese evento. Para que empiece un nuevo camino de su historia” (Pár. 4). La larga cita de las palabras de Juan XXIII en la apertura del Concilio, Gaudet Mater Ecclesia, tiene un relieve similar al que tiene la misma cita en la exhortación Evangelii Gaudium: la decisión de un Jubileo en torno al tema de la misericordia, a partir del cambio histórico comenzado con el Concilio Vaticano II, confirma los paralelismos entre Francisco y Juan XXIII y entre las dos etapas histórico-teológicas. Lo mismo que en Gaudet Mater Ecclesia el papa Juan reprendió a los “agoreros”, de forma similar en la bula de convocatoria Francesco incluye un juicio sobre los recientes tiempos de la Iglesia: “La credibilidad de la Iglesia pasa por el amor misericordioso y compasivo [… ]. Tal vez durante tanto tiempo nos olvidamos de afirmar y vivir el camino de la misericordia. La tentación, por un lado, de pretender siempre y solo la justicia nos ha hacho olvidar que éste es el primer paso, necesario e indispensable, pero que la Iglesia tiene necesidad de ir más allá para llegar a una meta más alta y la más significativa “(par. 10 ).

 

Francisco no deja de recordar el potencial ecuménico e interreligioso del jubileo – uno de los rasgos de continuidad con el Jubileo de Wojtyla, entre las muchas discontinuidades. El tiempo y la forma del Jubileo de Francisco, así como algunos pasajes de la bula, permiten esperar un jubileo menos centrado en Roma y menos plasmado en grandes acontecimientos: el énfasis en los pobres y en la periferia, el acento en la corrupción y las tentaciones del dinero prometen un Jubileo de signo al de Juan Pablo II. Fue hace sólo quince años, pero parece que ha pasado un siglo.

 

* Profesor de Historia del cristianismo, Universidad de St. Thomas (St. Paul, Minnesota)

Adista, nº 15, Notizie. 20-4-2015

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