Ricardo Alberdi habló sobre unidad y diversidad de los pueblos

Ricardo Alberdi habló sobre unidad y diversidad de los pueblos

Ricardo Alberdi, maestro y creyente

Ricardo Alberdi, miembro del Consejo de Dirección casi desde el inicio hasta su muerte el 16-2-1982 –ver sus artículos aquí–, escribió en su libro La identidad cristiana en el compromiso temporal (cap. 3. Los derechos y deberes de los pueblos, pag.22) estas actualísimas puntualizaciones sobre cómo se deberían armonizar en la constitución española la unidad y la identidad de los diversos pueblos del estato. Nos envía esta inapreciable página abierta, el veterano suscriptor Miguel Calvillo Imaz, de Ordizia, como respuesta a nuestra invitación de animar este blog. 

1.- La fuerza con las que se manifiestan las reivindicaciones de los diversos pueblos agrupados en el Estado constituyen un indicio evidente de que el problema ha sido mal plateado y peor resuelto. Debe ser resuelto a nivel constitucional mediante fórmulas abiertas que dejen margen suficiente para soluciones progresivas.

Cosmopolitas, Nacionalistas, Internacionalistas, Universalistas

Cosmopolitas, Nacionalistas, Internacionalistas, Universalistas

Pedro Zabala Sevilla, de Logroño, exprofesor de Filosofía del Derecho, es desde hace años suscriptor de Iglesia Viva. Ha respondido con este artículo a nuestra invitación a dialogar en el blog de iviva.

Con frecuencia, en los debates –que no diálogos– políticos se lanzan entre los contertulios airadas descalificaciones. Nacionalista o cosmopolita suelen ser las más frecuentes. Como es habitual, esos epítetos, u otros, como facha o progre, sirven para no tener que escuchar lo que el discrepante diga y así con la etiqueta arrojarlo al averno de los insensatos.

Un papa luterano

Un papa luterano

Por Jesús Martínez Gordo. Artículo publicado hoy en El Diario Vasco.

A los pocos días de ser elegido, el papa Francisco ya ofreció la primera y más importante pista de que su pontificado no iba a estar presidido por la “verdad innegociable” de la “ley moral natural”, sino por la misericordia. Lo manifestó el domingo siguiente a su elección: el cardenal W. Kasper le había regalado, antes del Cónclave, un libro que había escrito sobre la misericordia. Su lectura le había “hecho mucho bien” porque le mostraba argumentadamente que ése era el “nombre de nuestro Dios” y que “un poco de misericordia”, prosiguió, podía cambiar también el mundo o, como mínimo, hacerlo “menos frío y más justo”.